Capítulo 10

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Capítulo 10

Wendy

Acabábamos de salir de mi casa, Nadir permanecía en silencio. No era necesario preguntarle nada sabía muy bien que por su cabeza aun revoloteaba lo que acabábamos de hablar. Pensé en intentar animarlo distrayéndole. Pero al fin opté por no hacerlo, había cosas que debía asumir, por más feo e injusto que fuera.

El camino hasta su casa fue largo no porque hubiera un gran trayecto sino porque el andar de los dos fue lento, como si ambos pensáramos detenidamente cada paso que dábamos. Además, hubo un factor no menor que nos demoró.

A las pocas cuadras nos encontramos con Florencia. A decir verdad, no tengo una relación de amistad con ella, pero es una compañera de curso así que me detuve unos minutos para saludarla. Recién después de cruzar algunas palabras caí en la cuenta de que Nadir, en su nueva forma, estaba a mi lado y Florencia no dejaba de mirarlo. Pero algo en su mirada me indicaba que no lo había reconocido

–Perdón él... ella es mi prima –me apresuré a decir.

–Ya nos conocemos –me respondió con una sonrisa, cuando oí eso mi corazón se detuvo e imaginé que el de Nadir también –. Nos vimos ayer en la mañana, ¿no es verdad? –Volví a respirar.

–Sí –exclamó él con la cara toda roja. Al principio pensé que era por los nervios después descubriría que la razón era otra –. Gracias... por tus palabras, fuiste mu amable.

–De nada –rió –. Pero ¿podría saber tu nombre al menos? –se acercó con dulzura a él.

–Na... Maia.

–Un gusto Na Maia.

–Sí, igual –sonrió nervioso –. Es solo Maia. Eh... –revolvió en el bolsillo de su pantalón –. Esto es tuyo –Le entregó un pañuelo.

–Ah sí ¿viste? Te dije que si te lo quedabas nos volveríamos a encontrar –le sonrió.

–Sí, es cierto. Está lavado, por cierto. –continuaba en su actitud vergonzosa.

–Estoy segura –le guiño un ojo.

Nadir se quedó tieso mirando fijo a Florencia.

–Buenos sigo mi camino, fue un gusto verlas –se despidió mi compañera.

–Igualmente –respondí.

Ambos vimos cómo se alejaba y doblaba en la esquina.

–No pareció reconocerte –opiné.

–Eso parece –Tenía los ojos aún en el camino que ella había seguido.

–¿Qué sucede, Nad?

–Nada –mintió.

–Te conozco, el otro día corriste detrás de ella, desde entonces estas raro. Te gusta... ¿no? Es muy linda –me costó mucho pronunciar esas palabras.

Nadir me miró fijo a los ojos, pero permaneció en silencio. No hubo necesidad de más ya había entendido.

–Mejor seguimos –propuso.

Llegamos a la puerta de su casa. Hasta ese momento habíamos permanecido en silencio.

–No fui correspondido –me confesó sin que yo preguntara nada.

Pude ver como unas pequeñas lágrimas comenzaban a asomarse en sus ojos color miel. Cualquier palabra en ese momento se hubiera escuchado trillada o vacía. Así que hice lo que me pareció mejor y lo estreché entre mis brazos para que de una vez por todas, frente a todo lo que había vivido, pudiera descargarse, y así fue.

Maia miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora