Capítulo 10 (2da parte)

239 14 10
                                    

Capítulo 10

Maia

No podía creer lo que estaba haciendo, no podía creer lo que había hecho y no podía creer lo que iba a hacer. ¿Por qué lo estaba haciendo? Para esas alturas estaba seguro que estaba demente, los últimos acontecimientos me habían logrado volver loco. O quizás eran efecto de mis hormonas que inundaban mi cuerpo.

Pero el caso es que, por una razón inexplicable, había accedido a verme con Iván, el sujeto que me había atropellado en la calle ¿Por qué? No lo sé, aun cuando terminaba de alistarme seguía preguntándomelo.

No sé cómo, no tengo una explicación. Lo único que sé es que desde que había logrado contactarme por Facebook habíamos estado chateando, y tres días después accedí a volver a verlo.

Una vez listo, tomé un bolso pequeño que había comprado con Florencia y puse algunas cosas que necesitaría, sinceramente me sorprendió lo efectivo que resultaban ser las carteras.

Me miré en el espejo de mi habitación, fue allí que noté que me había arreglado más que en otras ocasiones.

–Finalmente pasó, enloquecí –sentencié.

* * *

Arribé al bar donde nos veríamos. Llegué cerca de veinte minutos antes de lo pactado ¿Estaba ansioso o mejor dicho ansiosa? Difícil decirlo, un aluvión de sentimientos me invadía. Me tomé las manos que no paraban de temblar y sudar.

Cerca de media hora después lo vi ingresar, vestía de forma moderna y me buscó con la mirada. Sentí mi cara arder en llamas ¿Me había enrojecido? De eso no tenía duda.

–Hola –me saludó con una sonrisa y tomando asiento frente a mí – ¡Estas muy linda!

–G... gracias –desvié la mirada –. Me puse lo primero que encontré –mentí.

–No pareciera –no paraba de sonreír y mi corazón parecía apunto de estallar – ¿Hace mucho que esperas?

–Recién llego –volví mentir.

–Qué bueno. Pensé que se me había hecho muy tarde ¿Qué vas a pedir? –inquirió mirando la carta.

–Una hamburguesa doble y una gaseosa.

–Wow ¿En serio? Genial. Las mujeres que piden puras ensaladas me aburren, pero me parece que vos sos única.

–Y no te das una idea de cuan única –mi intención fue ser sarcástico, pero el tono no fue el deseado.

–No, no lo sé, pero estoy ansioso por descubrirlo -apoyó los codos en la mesa y arrimó su rostro al mío a lo que solo reí nervioso –. Sinceramente me alegra que hayas por fin accedido a volver a verme –agregó volviendo a reclinar el cuerpo hacia atrás.

–¿Qué puedo decirte? Fuiste bastante insistente –Sentía mis manos y mis axilas empapadas de sudor.

–Lo sé, soy así cuando algo o alguien me interesa de verdad. No dejé de pensar en vos desde que nos conocimos.

–Ah ¿sí? –volví a sentir mi cara arder.

–¿Vos pensaste en mí?

–Bueno –me rasqué la cabeza, nervioso –. Ahh, la verdad es que sí –reconocí con un suspiro y sintiendo vergüenza de mí mismo.

–Eso es muy bueno –se alegró con una sonrisa boba. –. Quizás sería interesante que intentemos conocernos un poco más para saber que sucede.

–Créeme no queres saber de mí.

–Al contrario, quiero saberlo todo de vos.

–Soy una persona complicada.

–Todos lo somos ¿Por qué sos tan reacia a contarme? Créeme que he vivido cosas muy locas en mi vida.

–Dudo que sea tan extraño como lo mío.

–Probá.

–Ahh –me interrumpí.

Quería hablar, pero no sabía cómo empezar. Por otro lado, no entendía por qué quería contarle mi secreto más grande a un completo extraño. ¿Qué clase de magia tenía sobre mí aquel sujeto? ¿Por qué me empujaba y me convencía a actuar y verme de forma femenina?

–Confía en mí, Maia –Sus ojos cafés se clavaron en los míos.

Para ese momento había olvidado a Florencia, Wendy y todos mis problemas. Solo estaba concentrado en la persona frente a mí.

–Yo... –peleé para no hablar, pero mi boca actuaba sola –...no soy lo que crees –exclamé al fin –. No soy lo que ves.

Imaginé que preguntaría algo o que me diría que no entiende. Pero permaneció en silencio mirándome, no con aspecto confundido más bien, lo contrario, como si entendiera de qué le hablaba.

–Yo... no soy una mujer –dije al fin –. O mejor dicho biológicamente si lo soy, pero no nací así. Sino que... –me interrumpí con la mirada baja.

–Sino qué –me insistió para finalizar la frase.

–Esto que voy a decirte te va a sonar como una locura, pero... yo nací hombre, y una noche...

–Un embrujo, una fuente de los deseos o una estrella fugaz te transformó en una mujer –completó la frase.

Levanté la mirada y lo observé sorprendido.

–Eso fue lo que sucedió, ¿no es cierto?

–Sí –acompañé mis palabras con un leve movimiento de la cabeza.

Iván se quedó mirándome con una expresión seria.

................................................................

¡Wow! no me digan que esto no los sorprendió. ¿Por qué Iván sabe la verdad sobre Nadir/Maia? Tiren sus teorías.

Les aviso que a partir de esta semana, solo publicaré dos veces, los martes y sábados (salvo casos excepcionales) asi que ya saben que días actualizaré.

Saludos

Maia miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora