Capítulo 4 (3ra parte)

235 15 16
                                    

Capítulo 4

Maia

Después de terminar de asearnos y cambiarnos, bajamos las escaleras. Pasamos gran parte del resto de la tarde hablando sobre trivialidades, cosas de vaga importancia.

Al siguiente fin de semana acordamos dar un paseo en bicicleta, algo que no había vuelto a hacer desde mi cambio de cuerpo. Paseamos largo rato por distintas zonas de la ciudad. Cada tanto miraba a Florencia a mi lado y no podía creer estar viviendo aquel momento. Claro que mi sacrificio había sido grande, pero tal y como lo aseguró Ivan: "No se puede obtener algo, sin perder otras cosas".

Después de una hora de paseo, decidimos parar en una plaza a descansar las piernas. Me recosté sobre el césped para poder observar el cielo.

–Maia –me llamó Florencia.

–¿Umh?

–Recién lo noto, pero te pusiste minifalda.

–Sí –me incorporé –. Es la que me regalaste.

–Sí, cariño, y me gusta que la uses. Pero no para andar en bici.

–¿Por qué no?

–Porque todas las personas que caminaron de frente a nosotras, de seguro te vieron la bombacha –me explicó con una sonrisa.

Sentí mi cara arder en llamas. Era obvio que aún había cosas a las que debía acostumbrarme en ese cuerpo nuevo.

Regresamos poco después a mi casa, y Florencia permaneció allí hasta poco antes de oscurecer.

La acompañé hasta la salida, y cuando abrí la puerta, vi a Wendy a punto de tocar el timbre. Ella y Florencia se miraron, y pese a que esperaba un escandaló de mi amiga, saludó a mi novia con un leve gesto de la mano y aguardó a que partiera, lo cual me tranquilizó.

Después de ver desaparecer la imagen de Florencia, invité a Wendy a ingresar a la casa. Tomamos asiento en el living. Debido a los nervios evitaba su mirada.

–¿Qué te pasa? –dijo.

–Nada –mentí.

–Mírame entonces.

Dudé bastante en levantar la mirada. Al hacerlo encontré una sonrisa dulce que me tranquilizó.

–¿Ya... no estás enojada? –pregunté confundido.

–No, ya no –respondió con suavidad.

–Me alegró mucho, y también me alegro que vinieras. Te extrañaba.

Wendy sonrió una vez más, y luego detuvo sus ojos en mí rostro.

–Estás algo distinto –Se acercó para mirarme.

–Bueno, sí, mi cuerpo es otro –bromeé a medias mientras me alejaba.

–No, tonto. Es... otra cosa, aunque no sé qué –Seguía mirándome intrigada.

–No... no sé.

Una vez leí que cuando una mujer tiene relaciones por primera vez, luego se la ve más linda, quizás eso notaba Wendy. O tal vez mi decisión de permanecer en aquel cuerpo modificaba mi aspecto, como sea mi amiga no insistió con el tema.

–En fin –exclamó –. Quería decirte –continuó con tono apenado –, que últimamente no fui de mucha ayuda como debí haber sido.

–No importa –Me encogí de hombros –. Supongo que para vos es también difícil.

Wendy se me quedó mirando. Internamente sabía que debía contarle que había tomado una decisión. Pero por fin, después de tanto tiempo, estábamos bien, y no quería arruinarlo.

–¿Hay... hay algo más? –inquirí.

–De hecho, sí.

–Ah, ok.

–Esto no es... tan sencillo –Se rascó enérgicamente la cabeza.

–¿Es algo... malo?

–¡No, claro que no! –se apresuró a asegurar para tranquilizarme.

–Entonces no veo cuál es el problema, siempre pudimos hablar con confianza.

–Sí, lo sé.

Wendy volvió a abandonar el sofá donde había estado, y se paseó por la sala con los brazos en la cintura. Imaginé que estaba buscando la manera más apropiada para comenzar su relato. La observé y recordé cuando la apreciaba. Me sentía mal de ocultarle algo tan grande como la decisión que había tomado.

–De hecho, también yo tengo algo para decirte –exclamé sin pensarlo.

–¿Ah sí? –me miró –. Quizás si vos empezas, para mi es más fácil después.

–Ah... bueno –en esta ocasión fui yo quien se rascó la cabeza, nervioso–. No prefiero que seas vos.

–¿Seguro?

–Sí, primero las mujeres.

Wendy soltó una fuerte e interminable carcajada que la hizo llorar.

–No es gracioso –respondí molesto.

–Lo sé –se limpió las lágrimas –. Perdón, me agarraste desprevenida. Pero quiero tomarme esto con seriedad –Cambió su semblante.

–Te escucho.

–Nad, sé que todo lo que sucedió los últimos meses fue difícil... para todos, especialmente para vos. Y que yo debí haber ayudado más, y quejado menos, entender más y criticar menos. Es por eso que decidí cambiar mi actitud.

–No importa. Más allá de todo siempre te sentí cerca.

Wendy levantó la mirada y me miró a los ojos con la cara rojo y una expresión que jamás antes había visto.

–Bueno es lindo saber eso –Se corrió el pelo de las orejas –. Pero aun así quiero estar a tu lado en todo momento, quiero ayudarte a volver a la normalidad, y si vos querés quedarte así, tampoco me importa. Voy a estar a tu lado, solo quiero estar con vos, solo eso me importa –se notaba en la voz un nudo en la garganta –. Te amo Nad.

–Wen, no te amargues yo también te quiero mucho –respondí ingenuamente.

–No, no me entendés. Yo te amo... te amo como mujer.

–Ah...

Extendió la mano hasta que alcanzó mi rostro y lo acarició con una ternura que nunca antes había experimentado. Mi corazón se aceleró, pero no supe que decir o que hacer, quizás por ello Wendy continuó actuando. Con lentitud acercó su rostro al mío y me besó en la boca. Jamás la había visto así, como una mujer que se podía fijar en mí. Siempre había sido una amiga, una gran amiga. Pero ese beso lo cambió todo. Era distinto a lo que sentía cuando me besaba Florencia, pero por alguna u otra razón me gustó, y permití que continuara.

.....................................................................

Finalmente la buena Wendy se decidió ¿Qué pasará ahora?

Los leo

Maia miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora