Capítulo 16
Maia
Por ausencia de una profesora tuvimos una hora libre, por lo cual inicié una conversación con Wendy y Ulises.
–Y ¿Cómo vas con tu... nuevo cuerpo? –preguntó mi amigo con cierto temor y haciendo un levantamiento de cejas.
–Nada bien, esta bestia me arrancó todos los pelos de la pierna –respondí señalando a Wendy.
–No seas exagerada, solo te depilé, tenías unos pelos terribles. Y ahora las piernas te quedaron sexis –agregó ella.
–Sí, como si me importara serlo.
Miré hacia un lado y vi a Dardo mirándome directamente. Podía leer el desprecio en sus ojos.
–Ese pibe no me para de mirarme –exclamé por lo bajo.
–¿Ves? Es el efecto lo de las piernas.
–No, tonta. No me mira de esa manera, sino... mal.
–¿Quién?
–Dardo.
–Ese raro.
Los tres observamos con disimulo, y allí estaba apoyado contra una pared del salón, de brazos cruzados.
–Y hace unos días me dijo algo raro, que era un cretino.
–¿Qué raro? –exclamó Ulises rascándose la cabeza.
–Un momento, ¿te dijo cretina o cretino? –inquirió Wendy.
–Cretino, estoy seguro. Pero ¿qué importancia tiene?
–¡Qué él sabe quién sos!
–Entonces él... –me interrumpí.
–Tal vez no equivocamos con lo de la estrella fugaz. Tal vez él es el responsable.
–¿Decís que me hizo un gualicho?
–Así es.
–Pero ¿por qué? Jamás le hice nada.
–No lo sé, pero tenemos que averiguarlo.
Lo observé con detenimiento. A su actitud renegada y antisocial, se le sumaba un aspecto poco habitual, pelo bien negro con flequillo largo que le tapaba un ojo, piel blanca como la porcelana y pulseras con tachas en ambas manos.
–Y ¿qué hacemos? –pregunté.
–Por ahora espiémoslo. Pero en cuanto esté solo, lo apretamos.
–De acuerdo –aceptamos al unísono Ulises y yo.
Pasado un cuarto de hora, lo vimos como salía del salón en dirección al baño.
–Esta es nuestra oportunidad ¡Vamos! –los ojos de Wendy centellaban.
Disimuladamente lo seguimos. Al arribar al baño, Wendy y yo nos aseguramos que nadie nos viera y entramos seguidas por Ulises. Encontramos a Dardo lavándose las manos.
–Ahí está –Wendy lo señaló con un dedo, mientras que el aludido la miró con indiferencia. Ni siquiera parecía sorprenderle el hecho de que dos mujeres estuvieran en el baño de varones.
–¿Me buscaban? –preguntó con cierto sarcasmo mientras se secaba.
–Por supuesto que sí ¡Confesa!
–¿Qué cosa?
–¡El gualicho que me hiciste! –intervine.
–¿Qué? Definitivamente estás loco –marcó la o final.
–¡Confesa, guacho!
–¿Querés que confiese? Está bien, ¿pero por qué no empezás por vos, Nadir?
–Vos sabés quien soy –respondí sorprendido – ¿Ves? Con eso demostrás que sos el culpable.
–Yo no fui ¿Cómo tengo que decírtelo?
–Si no confesas, te vamos a apretar hasta que lo hagas.
–¿Ah sí? ¿Qué van a hacer? ¿Encerrarme entre las dos y apretarme con sus tetas? –Rio.
–Cínico, ya vas a ver. Ulises apretalo, dale.
–Todo bien, Nad, pero no sé cómo hacerlo –se encogió de hombros.
–Medís un metro noventa al pedo, ¿no ves que lo pasas por más de veinte centímetros?
–Sí... bueno...
–¡Ya!, no importa –volví a mirar a Dardo – ¡¡¡Confesa, confesa, confesa!!!
–Te lo dije, no te hice nada, absolutamente nada.
–¿Entonces como sabes que es Nadir? –Wendy intervino de nuevo.
–Porque a diferencia del resto de nuestro curso, no soy un idiota. Me di cuenta el parecido entre la supuesta Maia y Nadir. Y el hecho de que "ella" haya aparecido al mismo tiempo que él desaparecía. Por favor hay que ser muy tontos para no atar esos cabos ¿No sé si te operaste o qué te paso?
–¿Entonces por qué el otro día me dijiste cretino? –pregunté aun molesto.
–Ya te dije, por tratar de tomarme como tonto, como al resto.
Me quedé en silencio contemplándolo, algo en sus ojos me indicaron que no mentía, se tomaba muy mal mi intento de engañarlo.
–¿Qué se supone que hiciera? ¿Presentarme frente a todos y confesarles que me transformé en mujer de un día a otro?
–Eso sucedió, entonces –meditó –. No sé, francamente no me importa. Me preguntaste algo y te respondí.
El timbre del inicio del recreo, sonó.
–Me voy
–Espera...
–No te preocupes –me interrumpió –. Nadie se va a enterar de nada por mí, Nadir.
Me miró una última vez por encima del hombro al pasar a mi lado, y abandonó el lugar
–Parece que nos equivocamos –confesé.
En ese momento un chico entró, al verme a mí y a Wendy volvió a salir, y miró si había entrado en el baño correcto.
–Creo... creo que se equivocaron –exclamó señalándonos.
–Sí, perdón, perdón.
Las dos salimos sonrojadas, seguidas por Ulises con una actitud indiferente.

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Maia mia
RomanceDespués de un rechazo amoroso, Nadir se encuentra devastado. Pero como si eso no fuera suficiente, se despierta una mañana transformado en mujer. Mientras intenta recuperar su cuerpo se afronta a un mundo desconocido. Pero ¿qué sucedería si en esa f...