Capítulo 17

314 15 3
                                        

Capítulo 17

Maia

Reunidos en mi casa con mis amigos, conversamos en lo sucedido en la escuela.

–Fue tonto acusarlo, solo por cómo me miraba –exclamé.

–Era sospechoso, y pienso que lo sigue siendo. Creo que deberíamos insistir por ese lado, estoy convencida de que fue él –dijo Wendy golpeando su puño.

–Quizás podríamos espiarlo y descubrir algo –sugirió Ulises.

–No, él no fue –concluí cabizbajo y sin fuerzas.

–¿Por qué estás tan seguro? –preguntó mi amiga.

–No fue él, Wendy. No hay razón alguna para que haya hecho esto –señalé mi cuerpo –. Es inútil seguir especulando, creo que ya no hay duda de que el cometa es el responsable de mi cambio. Aunque sigo sin entender por qué.

El silencio se apoderó de la habitación, cada uno perdido en sus propios pensamientos.

* * *

Abrí el cajón de la ropa interior y allí contemplé como abundaban distintos tipos de bombachas y corpiños. Mi nueva realidad, aunque aún no lograba acostumbrarme. Tomé uno de cada uno sin preocuparme por fijarme en que combinen, tal y como querían que aprendiera a hacer, y me fui a bañar.

Dentro de la ducha lavé con cuidado mi cuerpo. Reconociendo algunas partes y desconociendo otras, como algo ajenas a mí. Pero que, aun así, me pertenecían desde ya hacía un mes.

Lo mismo me sucedió cuando me coloqué las prendas íntimas y el resto de la ropa, no reconocía ninguna como propia, aunque así era.

Para el colmo de males comencé a sentir calambres en mi vientre que me avisaban que en pocas horas me indispondría una vez más. Me recosté en la cama, y apoyé una toalla tibia en el vientre con la esperanza de que me calme, los dolores.

Cerca de una hora después el timbre sonó en mi casa. Al abrir me encontré con Wendy acompañada de su sonrisa y su clásica actitud positiva.

–¿Qué tal? –fue su saludo entrando sin esperar a ser invitada. Siempre hacía lo mismo, pero no sé por qué ese día esa actitud me molesto particularmente.

–¿Qué haces acá?

–¿No te acordás? Te dije en la escuela que a la tarde iba a pasar para continuar con las clases de feminización –bromeó.

–Hoy no tengo ganas de estudiar a ser una "buena señorita" –no oculté mi mal humor.

–Uhh, ¿qué pasa estas en uno de esos d...

–Ni te atrevas a hacer ese chiste –la interrumpí.

–Está bien, está bien. Veo que no estas de humor. Pero esto hay que hacerlo, descubrí muchas cosas en tus actitudes –abrió una pequeña agenda y la hojeó –, que pueden hacer que te descubran. Hay que trabajar en ello.

–Ya te dije, no tengo ganas –Me desplomé en un sillón y me tomé el vientre.

–Pero Maia, es importante.

–¡Nadir es mi nombre! –levanté un poco la voz y reincorporándome.

–¿Quién te entiende? Me dijiste que te diga Maia.

–Solo cuando haya alguien presente.

–Ok, bien me lo voy a anotar para no olvidarme –bromeó tomando su agenda.

–¿Nunca te tomas nada en serio? –mi humor empeoraba a cada segundo.

Guardó la libreta y me miró directo a los ojos. Con una seriedad atípica, exclamó:

–Esto me lo tomo con la sensatez que corresponde. Por si no te diste cuenta estoy tratando de ayudarte.

–Francamente no, no me di cuenta. La verdad que lo único que haces es venir a gastarme.

–¿De verdad pensás eso?

–Sí, de verdad.

–Entonces es obvio que tenés una gran confusión en esa cabecita de MUJER –también elevó la voz.

En ese momento perdí todo el control sobre mí, simplemente estallé.

–¡¡¡No soy una mujer!!! ¡¡¡¿Qué no entendés?!!! No lo soy, y no me gusta serlo. ¡¡¡Lo odio!!! ¡Solo quiero volver a la normalidad! ¡Es lo único que me importa, si no me podés ofrecer eso, francamente no me interesa nada más!

–Ojalá tuviera lo que me pedís, pero no. Así que, está bien, me voy –exclamó sin inmutarse frente a mi actitud.

Giró sobre sus talones, y se marchó, pero antes me miró por sobre su hombro y me habló.

–Espero entiendas que a mí no me importa si sos hombre o mujer. Para mí sos mi amigo. Jamás cambié mi trato hacía a vos y quiero ayudarte, dentro de mis posibilidades. Solo eso.

La puertase cerró tras ella

Maia miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora