Capítulo 7

474 18 3
                                    

Capítulo 7

María

Frente a mí se encontraba el mejor amigo de mi hijo y a una bella jovencita asegurando ser, valga la redundancia, mi hijo. Ambos permanecían sentados en el sofá del living, inmóviles, con la mirada puesta en el suelo como si fueran dos niños pequeños que acaban de hacer algo malo. Yo giraba a su alrededor sin dejar de observarlos, sobre todo a mi supuesto hijo.

Varias ideas se cruzaron por mi cabeza, que era una broma de mal gusto, un sueño, y un sin fin de etcéteras, pero ninguna era realidad.

Miré a la muchacha, su parecido con Nadir era increíble, incluso llevaba sus ropas. Quise decir algo, pero no sabía que, no sabía por dónde comenzar.

–Ya estabas así hoy a la mañana ¿verdad? Por eso saliste corriendo –afirmé al fin.

–Sí –Su mirada seguía puesta en el piso.

–Y no sabes qué pasó.

–No, no lo sé.

–Esto es tan...

–¿De película? –agregó Ulises.

–Sí, creo que es el mejor término.

–Pero es la realidad, ma –Por primera vez levantó la cabeza y me miró directo a los ojos.

Lo contemplé durante unos segundos, en esos ojos color miel hallé a mi hijo. Sin decir una palabra más lo abracé como cuando era un niño pequeño.

–Hay que... hay que pensar y tratar de entender que está sucediendo para encontrar una solución –exclamé con lágrimas en los ojos –. Todo va estar bien, mi vida, te lo prometo –Volví a abrazarlo.

Lo que siguió fue mi hijo llorando en mi pecho. La carga que había llevado hasta el momento había sido demasiada pesada, pero ya no tendría que hacerlo solo, yo lo ayudaría a soportarla, como siempre había sido.

* * *

Serví jugo de naranja en tres vasos de vidrio, los puse en una bandeja y me dirigí al comedor donde se encontraban mi hijo y Ulises.

–¡Ya te dije que no! –exclamó molesto Nadir, aún me costaba acostumbrarme a esa nueva voz más fina y chillona.

–Sería solo temporal, para tu comodidad.

–Eso no me da comodidad.

–¿Qué sucede? –pregunté apoyando la bandeja sobre una mesita de cristal en medio de ambos.

–Nada, Ulises dice estupideces, solo eso.

–No son estupideces.

–¿Alguno podría explicarme de que hablan?

–Yo sugerí, que hasta que encontremos la forma de que vuelva a la normalidad, debe adoptar un nuevo nombre –tomó la palabra Ulises –. Uno que se adapte a su nueva realidad.

–No es necesario –respondió Nadir cruzándose de brazos y dando por terminada la conversación.

–Quizás...–me interrumpí.

–¿Qué? –inquirió Nadir.

–Quizás no se tan mala idea –sugerí.

–¡¿Qué?!

–Sí, no me parece mal. Esto lo resolveremos, pero hasta que eso suceda no sabemos cuánto tiempo transcurrirá. No puedes quedarte aquí encerrado simplemente. Si alguien te preguntara tu nombre debe salir naturalmente y no algo que estes inventando en el momento.

Nadir se quedó callado mirándome con cierta incertidumbre.

–Supongo que eso tiene sentido –aceptó al fin –. Tenés razón. Pero con una condición solo será un nombre que usaré en público, no en privado.

Ulises y yo asentimos con la cabeza aceptando las condiciones que nos ponía.

–Y ¿cuál será?

–Yo voto por: Marta –exclamó su amigo.

–¡No!

–¿Qué te parece: Antonia?

–Simplemente cállate.

–¿Usted? –Ulises me otorgó la palabra.

–¿Yo?

–Sí, es su mamá. Después de todo fue quien le dio ese primer nombre raro.

–Bueno –comencé diciendo al tiempo que tomaba asiento –. Cuando estabas por nacer yo estaba seguro de que tendría una nena, no sé porque, solo sentía eso.

–Y no le erró, je, je –cargó Ulises a lo que Nadir respondió con un golpe en el brazo y luego me hizo un gesto para que continúe.

–El caso es que si eras una nena ya tenía un nombre pensado.

– Y ¿cuál era? –se interesó mi hijo.

–Maia.

–¿Maia?

–Sí.

–No está mal, me gusta ¿Qué te parece? –preguntó a Ulises.

–Maia no suena mal –Sonrió.

–¿Entonces? –inquirí.

Nadir pareció meditarlo unos segundos y luego asintió con la cabeza.

–Está decidido –respondió con una sonrisa de confianza –. Maia será.

Maia miaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora