Maia mia

Capítulo 13

Capítulo 13

Maia

Así fue como mi nueva vida arrancó. Mi mamá me fue a anotar a la escuela y al mismo tiempo explicó que yo, es decir Nadir, había salido de viaje y terminaría mis estudios en el extranjero y yo, o sea Maia, era una sobrina lejana y pariente de Wendy. Obviamente que en la escuela dudaron de toda la historia, pero los papeles estaban tan bien hechos que no pudieron negarse a inscribirme. Me anotaron en el mismo curso que iba y debía comenzar al día siguiente. Lo que siguió fue cómprame el nuevo uniforme, el de mujer.

La noche anterior se me hizo imposible dormir, un poco por los nervios, y porque permanecí viendo el cielo con la esperanza de que una estrella fugaz apareciera, pero me fui a dormir desilusionado.

El amanecer me encontró con los ojos abiertos. El despertador sonó a las siete en punto, la apagué con un manotazo y me levanté. Ni siquiera mi miré en el espejo puesto que sabía qué imagen me iba a devolver. Respiré hondo y me puse el nuevo uniforme. Me cepillé un poco con flequillo con el fin de disimular lo que más podía mi rostro.

Cuando bajé Wendy y Ulises ya estaban esperándome.

–¿Listo? No querrás llegar tarde tu primer día –dijo él.

–Listo –repliqué.

* * *

El camino se me hizo largo, no sé por qué. Quizás inconscientemente retrasaba el paso o solo eran los nervios. El sol brillaba con fuerza haciendo caluroso aquel día.

–Recordá el plan Nad, Ulises va a fingir que no te conoce, yo sí porque en teoría sos mi prima –dijo Wendy.

–Sí, claro. Y Florencia nos vio.

Florencia pensé, ¿se habrá dado cuenta de mi verdadera identidad en algunos de los dos encuentros? Ya no había forma de pensar un futuro junto a ella, al menos no de momento.

–Nad ¿me estás escuchando? –me preguntó mi amiga que había seguido hablando mientras yo divagaba en pensamientos.

–Sí, sí, claro –mentí.

–Bien.

–Pero recuerden ustedes, mi nombre ahora es Maia.

–Tranquilo.

–Ahora es tranquila, Wendy –sonreí con cierta nostalgia –. Ahora es con términos femeninos.

Wendy me dio un ligero golpecito en el hombro para mostrarme su apoyo, mientras Ulises pasó su brazo por detrás de mí cuello y me abrazó. Todo eso me dio fuerzas para seguir adelante.

El sol brillaba con fuerza haciendo calurosos aquel día, yo marchaba junto a mis amigos rumbo a mi primer día de escuela.