Capítulo 11
Maia
–¿Cómo es posible que sepas? –pregunté aún atónito.
–Quizás lo adiviné, quizás ya lo sabía de antemano o quizás... yo soy igual a vos... casi.
–¿A qué te referís exactamente?
–Bueno –se volvió a acercar, pero esta vez para no ser oído por los demás –yo nací mujer, y un deseo me hice lo mismo.
–Increíble, pensé que era el único –Me tomé la cabeza.
–No, hay más gente.
–¿Aparte de nosotros dos?
–Sí, por lo que leí sí ¿Acaso no investigaste?
–Jamás se me ocurrió que encontraría algo similar.
Guardé silencio, y por unos segundos pasaron por mi mente todos los acontecimientos vividos desde mi cambio. Ahora me sorprendía que hubiera gente que estuviera en la misma situación, o que quizás mañana lo estaría.
–Y ¿por qué nosotros...? –exclame al fin.
–No lo sé. Nadie lo sabe, quizás somos especiales, quizás tenemos alguna particularidad. Pero la verdadera causa la desconozco.
–Entonces vos me podés entender, lo terrible de la situación.
–No –me miró incrédulo.
–¿No es terrible para vos?
–Claro que no. Esto –se señaló el cuerpo –es lo que quería, lo que deseé. Y en vos debió ser igual.
–¿Qué? ¡No! ¿Un momento vos querías ser hombre?
–Más que cualquier otra cosa. ¿Acaso vos no querías ser mujer?
–No. Mi deseo era otro.
–¿Cuál? Si es que se puede saber.
Suspiré y solté la verdad.
–Ser la persona de la que se enamoraría una chica que me gusta.
–Y ¿acaso eso no sucedió?
–Bueno sí, pero yo no quería esto –dije cabizbajo.
–Yo quería esto –reconoció con una sonrisa –. Y estoy feliz, pero para obtener mi plena felicidad tuve que abandonar otras cosas. Nunca podés obtener algo sin renunciar a otras. Esa es la realidad.
–Un amigo me dijo que es el equilibrio.
–Es cierto.
–Pero, para mi no es tan simple.
–No, desde luego que no. Yo llevó varios años así, y en ese tiempo he ganado y perdido cosas, gente que me entendió y gente que no. Personas que se me acercaron y personas que se me alejaron. Pero no me importa, prefiero eso y ser feliz que ser infeliz toda mi vida. En tu caso es lo mismo tienes la posibilidad de tener el amor de la mujer que amas, pero para ello tienes que dejar cosas atrás. Es tu decisión.
–¿Vale la pena?
–Desde mi perspectiva mucho. Claro que hay que acomodarse. En este cuerpo hay cosas que no me gustan y supongo que jamás lo harán, pero en el global es un positivo. También había en mi antiguo cuerpo cosas que me gustaban y cosas que no. De hecho, una de las cosas que menos extraño de ser mujer debe ser una de las cosas que vos más sufrís –sonrió con cinismo– la menstruación.
–Ni me lo recuerdes –En ese momento un cólico estomacal me recordó que estaba en pleno periodo.
–Jajajajajajaja. Siempre va a haber cosas buenas y cosas malas. En las decisiones, lo importante es que las tomes con la finalidad de ser feliz.
–Creo... creo que por fin entendí. Entendí muchas cosas.
–¿Sí?
–Entendí por qué me atraes, porque en el fondo eras una mujer.
–Quizás, o quizás te cambiaron los gustos.
Sonreí frente a su comentario y seguí con mi análisis:
–Y entendí el punto de lo que dijiste –Me puse de pie.
–¿Ya te vas?
–Tengo que buscar a alguien.
–De acuerdo –sonrió –. Creo que almorzaré solo.
Emprendí el camino hacia la puerta, pero antes de alcanzar el picaporte me detuve y giré sobre mis talones.
–Gracias –exclamé.
–Ni lo digas. Y si lo de esa chica no funciona, siempre puedes volver conmigo y ser toda una mujer –rió.
–Gracias, pero no gracias –respondí con gracia y salí del bar.
* * *
Corrí tan rápido como podía, no me importaba que el viento levantara la falda de mi vestido, solo tenía un objetivo: encontrarla. Y lo hice en plena calle, tal parece que así lo quería el destino.
Al verme se sonrojó, pero enseguida se apenó y desvió la mirada. Con la respiración acelerada me acerqué.
–Hola –dijo ella aún sin mirarme y cuando estuve a una distancia corta.
–Hola –Sonreí.
Un silencio incomodo se apoderó del ambiente por unos segundos.
–Yo... lamento lo que hice, de verdad no quise arruinarlo –se apresuró a decir.
–Lo sé.
–¿Por qué... por qué sonreís? –preguntó confundida y apenas levantando la mirada.
–Porque estoy feliz. Pero, soy yo la que tiene que pedir perdón, por haberte hecho sufrir, por no hablar cuando debí.
–No... no entiendo.
–Hace poco me revelaste tus sentimientos, y yo no dije nada, no hice nada –aclaré –. Y quizás por ello me malinterpretaste.
–¿Qué mal interpreté? –Ahora sus ojos no se apartaban de mí.
–Que yo... –sentía mi cara arder en llamas –que yo correspondo a tus sentimientos.
–¿E... en serio? –sonrió llena de alegría.
–Sí –acompañé con un leve movimiento de la cabeza –. Perdón por no hab...
–No importa eso –me interrumpió colocando su dedo índice sobre mis labios –. Nada importa, nada más que lo que acabas de decirme –Su sonrisa no desaparecía dejando ver sus perlados dientes.
Dio un paso hacia adelante quedando tan solo a unos pocos centímetros de distancia, yo no me moví de mi sitio, a pesar de mis nervios.
–¿Entonces? –inquirió.
–Quizás... quizás deberíamos seguir donde nos quedamos –dije algo apenado.
–Me parece bien.
Se abrazó a mi cuello, y depositó con delicadeza sus rosados labios en los míos. A diferencia de la última vez, respondí, la abracé de la cintura y continué con el beso.
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Y llegamos al final de la segunda parte. Hasta aquí tuvimos que esperar para que Nadir/Maia tomé una decisión. Y por fin ahora será feliz.... o tendrá nuevos problemas por delante? Lo veremos en la siguiente publicación. Saludos.
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Maia mia
RomanceDespués de un rechazo amoroso, Nadir se encuentra devastado. Pero como si eso no fuera suficiente, se despierta una mañana transformado en mujer. Mientras intenta recuperar su cuerpo se afronta a un mundo desconocido. Pero ¿qué sucedería si en esa f...