Atrapadas.

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Desperté con la boca reseca, me dolía la garganta como si hubiera dormido con la boca abierta. El aire estaba viciado y olía rancio.

—¿Dónde...?

—Nave mercenaria.— gruñó Temari a unos pies de distancia.

—¿Hina?— cuestioné, la voz me salió ronca y sentía que estaba tragando arena a través de la saliva. Definitivamente el aire estaba muy viciado.
Tenía que adaptar mis ojos a la oscuridad. Una delgada película luminosa, cubrió mis pupilas. Herencia de mí madre alienígena, junto con algunas otras curiosidades que me fueron útiles para sobrevivir en el espacio.

—Aquí...— murmuro la pelinegra.— tenían escudos, no los vi hasta que abordaron. Podían teletransportarse dentro del radio de alcance. Estoy segura que son Terranos rebeldes. Usaban armamento militar y los teletransportadores eran de última generación.— me explicó con su tono suave y tranquilo.

Nada perturbaba a Hina. Era la más centrada y enfocada de nosotras. Mientras que Tema era  la más irritable, y yo tenía mí chispa lista para encender siempre, Hina era un océano en calma. Se adaptaba y se movía con la corriente.

—¿Por qué nosotras? No estamos transportando nada ilegal.— se quejó Temari.

—Contrabando, esclavos. Las mujeres humanas, incluso las híbridas, son valiosas. Aunque esto es solo campaña política.— dijo una voz ronca desde el extremo de la celda dónde nos  encontrábamos.

Me puse tensa, no había sido capas de detectar a nadie más que a mis compañeras.
Girando lentamente, me enfoque en la esquina de dónde provino la voz.

Una mujer rubia, con el cabello largo y ropa andrajosa, estaba sentada sobre el suelo con las manos sobre la cabeza, sujetas por dos grilletes que pulsaban una tenue luz roja.

—¿Quién eres tú? ¿Por qué estás restringida?— mis compañeras se movieron detrás de mí automáticamente. No es que fuera muy grande, o dieran más miedo. Solo sabía patear un trasero si la situación lo requería.

La mujer soltó una risa baja que sonaba tenebrosa.

—Estoy atada porque de otra forma me habría liberado y los hubiera matado, estos grilletes, cortesía de las fuerzas especiales, me impiden cambiar y acabar con todos estos bastardos.

Mire a mis compañeras y nos  alejamos al otro extremo de la jaula.

—Ella parece peligrosa— susurró Hinata.

—Ella es sin duda peligrosa.— corrigió Temari.

— Deberíamos soltarla... Merece la oportunidad de defenderse. Además necesitamos salir de este lugar.— murmuré.

— No hay salida muñecas— intervino la mujer. Al parecer su oído era increíblemente poderoso.

— ¿Sabés quién nos capturó? ¿A dónde nos dirigimos?— la mire fijo, tenía un don para saber si alguien me estaba engañando.

—Estos malditos cazarecompensas solo buscan quedar bien con la Alianza intergaláctica. Toman personas al azar y las cambian por créditos. El alto mando de las fuerzas especiales, quiere un puesto en el tribunal galáctico. Está llevando su campaña de limpieza espacial muy lejos. — gruñó furiosa. No mentía.

—¿Limpieza espacial? ¿De qué rayos estás hablando? ¡Somos transportistas! No hemos hecho nada malo.— estalló Temari.

—No me lo digas a mí preciosa, a estos tipos no les importa un carajo. Solo quieren hacer su entrega para que quede en los registros que están capturando a todo aquel que merece ser llevado al planeta rojo. ¿Quieres que te diga por dónde van a pasarse tu inocencia?— sonrió de lado, mientras Temari, resoplaba furiosa.

—¡¿Ese es nuestro destino?!— salte hacía donde la rubia permanecía restringida. — ¿El maldito planeta rojo?— insistí.

—Si. Es lo que dijeron cuando las trajeron. Les pagan muy bien por cabeza. Nadie revisa los registros. Solo les importa que los detenidos sean entregados.

—¡Pero no hemos hecho nada! ¡Somos inocentes!— Sollozo Hinata. Era extraño verla perder el control. 

— Dícelo al alto mando.— se mofó la rubia.— a él solo le importa quedar bien frente al tribunal. Si mete inocentes a la cárcel no hay nadie que se ocupe de revisarlo. Es el maldito jefe. 

Las mujeres se estremecieron.

—¿Cómo te llamas? — me acerque lo suficiente como para revisar los grilletes. Podía abrirlos si tuviera un... Revise mí mameluco y ahí estaba el pequeño estuche, en uno de los bolsillos internos. Los idiotas no lo habían encontrado.
Con una sonrisa triunfante saque una de las llaves maestras que tenía escondidas.

"Nunca te desprendas de esto, podría salvar tu vida." Las palabras de papá se colaron por mí mente.

—¿¡Qué diablos haces!?— Intervino Temari.

—Ella podría ser peligrosa.— mascullo Hinata.

—No te voy a mentir niña. Soy muy peligrosa, pero si me liberas— dijo, está vez enfocando su vista en mí— las sacaré de este lugar.

No necesitaba más que eso. Me puse a trabajar en los grilletes, mientras mis compañeras cuidaban que nadie viniera.

—Oigo pasos— susurró Temari.

—Date prisa niña.— Insistió la rubia.

En ese momento, la luz de los grilletes cambio a verde y se abrieron. Suspiré.
La mujer bajo los brazos y se los frotó. Se puso de pie tan rápido que casi no la pude ver.

—Gracias. Soy Tsunade.— dijo y me tendió la mano. Una extraña costumbre humana que se había dejado de usar con el tiempo. Ya casi nadie se tocaba. Era peligroso. Nunca sabías con que clase de enfermedades podías encontrarte. Dude, por el rabillo del ojo, note las caras consternadas de mis amigas.
Antes de ser descortés, tomé la mano de Tsunade y la sacudí enérgicamente. La rubia soltó una risa extraña y luego su cuerpo se derritió como si fuera una catarata de agua verde.

—¡JODIDA MIERDA!— Exclamé.

Uno de los captores entró a la habitación donde estaba la jaula que nos retenía.

Antes de que pudiera apuntar con una linterna hacía nosotras, fue rodeado por ese líquido verde en el que se había convertido la rubia y fuimos testigos de como el extraño se ahogaba hasta caer muerto fuera de la jaula. 
Un instante más tarde, la mujer rubia se materializó frente a nosotras y tomó una tarjeta de un gancho que colgaba en el cinturón del traje del sujeto.

—Con tu permiso querido, creo que ya no necesitarás esto .— se mofó mientras retiraba la tarjeta llave.

—¿Cómo diablos te atraparon, si eres capaz de hacer eso?— cuestioné aún sorprendida.

—Estaba ebria a la salida de un bar, en un planeta de vicios— se encogió de hombros mientras abría la reja para que todas salieran.— Cuando desperté, ya estaba en esta jaula.

—¿Cuánto tiempo has estado aquí?— dijo Temari, sin hacer nada por disimular su asco. Estando cerca de la rubia podían notar su hedor. La fulmine con mí mirada. No quería que ofenda a nuestra futura salvadora.

A Tsunade no pareció importarle que Tema prácticamente hiciera arcadas a su lado.

—Creo que tres meses. Casi no lo recuerdo— dijo con la mirada pérdida.

—¿Sabés cómo sacarnos de aquí?— preguntó Hinata, esperanzada.

—Eso espero. Siganme, sean lo más silenciosas que puedan.— gruñó la rubia.

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Bueno mí gente bella, les dejo otro capítulo y me retiro a seguir escribiendo. 🤭

Espero que tengan un hermoso domingo.

Besitos Húmedos y Vómito de Unicornios 💕
👑Reina Arcoiris🌈

"Planeta Rojo"- Saku-Haren 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora