Una cosita caliente.

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Correr me da claridad, me permite relajarme

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Correr me da claridad, me permite relajarme. Soy veloz, es una de mis cualidades.
La verdad es que necesito alejarme un poco. Mí cuerpo no deja de reaccionar a la mujer y estoy teniendo problemas para bajar mí erección. No quiero que mis hermanos me vean y empiecen a molestarme.

¡Son tan irritantes!

Desearía no ser el menor. He sufrido sus burlas desde siempre. Itachi, es el peor, Obito lo secunda. Por suerte, Madara, me defendía un poco. Cuando no se unía a los otros dos idiotas para fastidiarme. Hermanos... A veces los amas, a veces los odias. 

Suspiro...

Llego a la cueva con tiempo de sobra. Esta vacía, no es grande, pero es segura. Tenemos suministros escondidos tras una pared móvil que Madara creo.
Me paro frente a la boca de la cueva. La noche es corta, lo que nos da tiempo para instalar a la mujer y regresar al campamento.
Mis hermanos no deben tardar en llegar.

Inquieto, como fui siempre, decido ir hasta el lugar donde se alza la barrera.
La pequeña consola está rodeada de un campo de fuerza capaz de arrojar a una gran serpiente sobre su espalda.
No estoy seguro de como planea la pequeña mujer inhabilitar esto, pero si lo hace. Solo tenemos unos kilómetros hasta el puesto de control y el hangar.

Después de tantos ciclos, la realidad de que podríamos irnos de aquí, me golpea como una patada de Madara, en medio del pecho. Duro.

Pequeños bots armados con lásers que te dejan inconsciente por horas, recorren la barrera.
Me ignoran. Mientras me mantenga a distancia no hay problema.
Si me acerco a la barrera me dejaran fuera de servicio de inmediato, lo sé por experiencia. Me quedo sabiamente lejos.
Se de memoria los patrones de vigilancia de los bots. Pasamos mucho tiempo estudiando la mejor manera de irnos al principio. Luego nos resignamos. Sin la forma de desactivar la barrera, es imposible salir de este planeta.

"Tenemos el código", me dice una voz en mí cabeza.
¡Mierda!

—Finalmente podríamos largarnos de esta infierno.— suspiró y miró el cielo. Los soles empiezan a subir y el calor me baña el rostro.

El viento me trae el aroma de mis hermanos y la dulce  tentación que carga Itachi.

—Dos de nosotros deberíamos regresar al campamento. No podemos alertar a nadie. A pesar de que muchos de los llegados últimamente son inocentes. No hay forma de que abandonemos el planeta con más de doscientos prisioneros— dice Madara.
Itachi, ya está dejando a la hembra sobre la cama de pieles que arme para ella, en la parte trasera de la cueva. Dónde es más fresco.

Cuando se levanta, lo veo acomodar su miembro disimuladamente.
Sonrió. No soy el único afectado por ella.
Debería ser un problema, pero no lo es. Estamos acostumbrados a fijarnos en las mismas mujeres.
Mis hermanos lo han hecho desde siempre. Y aunque aún soy joven, antes de que dejáramos solium, Itachi y yo tuvimos un poco de acción con la sobrina de la emperatriz.
Esa peliroja es intensa. Cuando fuimos a negociar las rutas de comercio, la conocimos y luego se hizo habitual tratar con ella. Lo que nos llevo a pasar mucho tiempo en su alcoba.
Me sacudo los recuerdos. A pesar de ser muy linda, no provocaba en mí lo que consigue Sakura, con solo su aroma.

"Planeta Rojo"- Saku-Haren 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora