El planeta rojo, la cárcel por elección para los bandidos de la galaxia, no será mí destino final.
Nadie sale y nadie sobrevive por mucho tiempo... En teoría.
Arrojada, por error, en el sector de los hombres, creo que mis horas están contadas.
Pu...
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Desperté durante una acalorada discusión entre Obito y Madara. Mire al rededor y estaba dentro de una pequeña nave. Recostada sobre lo que parecía ser un viejo traje espacial. Olía mal, pero lo ignore, estaba más preocupada por saber dónde estaba.
La realidad me golpeó duro. Sobresaltada, me sente y grité: —¡LO CONSEGUIMOS!
Cuatro pares de ojos voltearon a verme.
—Ya era hora, bella durmiente. Nos dejaste el trabajo duro...— dijo la voz de Madara con cierto toque de iversión.
— Y encima tuve que cargar con su trasero— añadió Obito.
Recordé cómo su cuerpo voló tras de mí cuando la horrible serpiente de tierra salió frente a nosotros.
—¡La serpiente!— Me toque el costado dónde había sentido la lanza clavarse duramente. La había sacado por instinto y cuando la serpiente nos golpeó...
—Se quedó atrás— respondió Sasuke ante mí jadeó.
Todos estaban raros, sobre todo Itachi, que apenas decía una palabra. Eso era nuevo. Supuse que tal vez no le gustaba estar en el espacio.
Me dieron agua fresca, algo de carne seca que tenía Sasuke en su mochila. Me contaron cómo escaparon luego de que quedará inconsciente.
—No puedo creer que me perdiera el escape. — Mascullo y los escucho resoplar.— ¿Dónde vamos ahora?
—X'ran 12— gruñó Obito, al mismo tiempo que Madara decía "9"
Me acerque a la consola de navegación. —¿Planetas comerciales?
—Son nuestra mejor opción ahora mismo. No tenemos capacidad para hacer el viaje Solium, no tenemos créditos, necesitamos dejar esta nave atrás y conseguir otra— indico Madara.
—¿Tenemos alguna línea abierta para comunicaciones?— pregunté.
—Tratamos de contactar con Ignis, pero estamos fuera de alcance— explicó Itachi, las primeras palabras que le escuchaba decir en mucho tiempo.
—¿Qué hay de PriLea?— cuestioné revisando el holomapa que había en el centro de la consola de navegación.
—Granjas. Eso es lo que hay allí.— se burló Obito.
—Conozco algunos amigos que me darían una mano.— Dije con una sonrisa al pensar en la cara que pondría Pakura cuando me viera.
—El saltó a PriLea nos va a dejar sin reservas para ir a ningún otro sitio— advirtió Obito.
—Vamos, estoy segura que nos van a ayudar.— Insistí.— Voy a desmantelar este bebé en cuanto lleguemos allí.— Solté feliz. Miré a mis chicos y todos tenían una expresión sombría en sus rostros. Me reí.— Los chicos siempre sufriendo por las máquinas.— Agregué antes de ir a buscar el sector de lavado, sentía la piel rígida dónde la sangre se había secado.
