El planeta rojo, la cárcel por elección para los bandidos de la galaxia, no será mí destino final.
Nadie sale y nadie sobrevive por mucho tiempo... En teoría.
Arrojada, por error, en el sector de los hombres, creo que mis horas están contadas.
Pu...
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El entumecimiento empieza a ceder, pero algunas partes siguen rígidas.
No sé cuánto he estado tumbada sobre el suelo y denuda. El campo de fuerza a mí alrededor conserva el calor y estoy sudando a mares. El fuego casi se apaga, ya que los idiotas que me secuestraron están sobre sus traseros, algunos inconscientes y otros gimiendo de dolor.
Descubrí que podía infundir mí propia rabia sobre el campo de fuerza, sus patéticos cuerpos volaron más duro y más lejos cada vez que trataron de tocarme. Los ataques cesaron luego de que derribara a todos y cada uno de ellos, sin mover un solo dedo. Estoy emocionada. Aterrada todavía, pero muy emocionada con este nuevo poder que desperté. Claro que no es el mejor momento, sigo cautiva de estos idiotas, desgarraron mí ropa y aún no puedo moverme por completo.
Salir de este lugar va a ser una mierda.
Los hermanos deben estar pensando que me fui y los dejé. Al menos les di el código, si mí poder se agota y muero, ellos tienen una oportunidad de salvarse y salvar a las personas inocentes que fueron arrojadas aquí.
Sigo alerta.
Genma se acerca y me muestra los dientes. No es una sonrisa, está furioso.
—Tú, pequeña puta, ¿qué clase de híbrido eres?— patea el campo de fuerza que me protege como una crisálida.
Ondula y le devuelve el golpe, lanzando su trasero al suelo. Gruñe y maldice. Alza la mano izquierda y veo como las púas cargadas de veneno o alguna otra mierda que fabrique su cuerpo, rebotan y caen.
El Paarv picotea tratando de tocarme, me retuerzo apenas. El Flurpiano está cavando a toda velocidad con sus largos brazos, pero al parecer mí capullo me rodea por completo.
Lo intentan de a uno, lo intentan en equipo, todas las veces, vuelan por la cueva, rebotando contra las paredes y gimiendo de dolor. Es algo increíblemente satisfactorio.
—No te voy a follar, voy a matarte, lenta y dolorosamente y después me voy a joder tus malditos agujeros.— Genma, escupe furioso.
Miró con asco, como se masturba y acaba sobre mí propia barrera personal. Desearía que pudieran Desintegrarse al atravesarla. Quizá algún día mí poder evolucione. Alejo mí mirada del líquido verdoso que cae como si fuera el cristal de la ducha en mí nave de carga.
Otros idiotas imitan su patético acto de humillación masculina.
Me siento y apoyo la espalda desnuda contra la pared, las rocas están tibias. Uno de los hombres aviva el fuego. Supongo que no son tan idiotas como para dejar que se apague y el lugar se infeste de serpientes. Al menos estoy protegida.
La realización inunda mí mente. Yo estoy protegida. Necesito apagar ese fuego.
—En algún momento, te vas a agotar, vas a necesitar dormir, vas a tener sed. Y cuando eso suceda...— Genma me vuelve a enseñar los dientes, esta vez si es una sonrisa y es tan horrible y tétrica que me estremezco. No dice nada más. Solo deja flotando las posibilidades.
