Malas noticias

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Estaba frente a no uno, sino dos malditos Ocen

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Estaba frente a no uno, sino dos malditos Ocen.
Quería jodidamente saltar sobre mis pies como un crío emocionado.

De niño, no había muchas formas de tenerme quieto, por lo que mamá me sentaba frente al Holovid y reproducía la historia de las civilizaciones una y otra vez.
Cuando tenía seis vueltas, podía identificar a casi cualquier raza en la galaxia y fuera.

Lo que más me gustaba, era la creación, el comienzo de la vida en el universo, si bien los historiadores de Ignis, no tenían la verdad absoluta, yo creía cada palabra que ellos decían, porque para mí, todo lo que afirmaban tenía sentido.

"En el principio, roca, agua, aire y fuego estaban juntas, en armonía, en una enorme masa que ocupaba el universo, pero aire avivaba a fuego, agua lo apagaba y roca estaba cansado de soportar las peleas. Entonces estalló, enviando partes de si mismo hasta los confines más alejados, se dividió y obligo a los demás elementos a dividirse con él. Así nacieron los planetas, no podía haber vida sin aire ni agua, no podía sobrevivir la vida sin fuego y roca. Trabajar en equipo era lo que necesitaban para que la vida prospere. Poco a poco nacieron las primeras civilizaciones. Los primeros elementales, algunos seguían rivalizando entre ellos, y otros se apoyaban fuertemente.
Con ellos, surgieron las primeras guerras, las primeras alianzas. Hasta que el universo, fue lo que es hoy, miles de razas, miles de planetas, pero en lo profundo, todos somos uno, todos tuvimos el mismo origen."

Mí fascinación por los Ocen, se debía a la capacidad de estos seres, de templar el fuego que nos consumía. Pero siempre hubo roces entre nosotros.
Si ardemos lo suficientemente, podíamos evaporarlos.

La magia de los elementos y sus capacidades me abrumaba y me encantaba por igual.

Seguí a la rubia y su amigo hacía el salón comedor, se sentaron en la única mesa grande que Madara había reformado. No éramos una simple tripulación, que comía por turnos, éramos una familia y lo hacíamos juntos.
Así que las pequeñas mesas habían desaparecido y una grande se situaba rodeada de sillas.

-¡Me gustan los cambios nena!- festejo la mujer.

-No puedo creer que seas una Ocen.- Soltó Temari.

-Yo tenía mis sospechas, pero como son casi un mito, pensé que solo era otra rareza híbrida.- Hinata miro a Saku y soltó un suave: -Lo siento. Tú no eres rara.
Las mejillas de la piloto pelinegro estaban muy rojas.
Obito sonrió y le palmeó el hombro.

-Deja que empieza a levantar escudos y mandarnos a volar por la nave y luego me dices si no se pone toda rara.- Saku le envío solo una ráfaga de su poder y la silla de Obito se callo hacía atrás.

Todos reímos mientras mí torpe y bocón hermano se levantaba con una mirada que prometía azotes. No es que nuestra compañera se fuera a resistir mucho. Le encantaba cuando Obito se ponía rudo con ella.

- Por eso tanto misterio cuando fueron a recogerte a la granja. - insistió la rubia de ojos aguamarina.

- Ohhh, Shizune es una exagerada.- La hembra Ocen agitó su mano, en un gesto de restar importancia.

"Planeta Rojo"- Saku-Haren 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora