El planeta rojo, la cárcel por elección para los bandidos de la galaxia, no será mí destino final.
Nadie sale y nadie sobrevive por mucho tiempo... En teoría.
Arrojada, por error, en el sector de los hombres, creo que mis horas están contadas.
Pu...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La loca nos miraba desde una esquina del salón. Luego de conocer a Mito en el Planeta Rojo, podía ver el parecido con la sobrina de Kushina. Si bien Karin, no era hija de Mito, los genes de las mujeres se entrelazan en algún punto y todas eran muy similares. Cabellos rojizos, ojos penetrantes, carácter fuerte. Sobre esto último, estaba algo nervioso.
No teníamos una relación exclusiva con Karin, habíamos compartido la cama, y algunos placeres de la carne, pero ni le pertenecemos, ni nos interesaba hacer ningún reclamo sobre ella.
Entonces, ¿por qué su mirada parecía decir lo contrario? No despegaba sus ojos de nosotros, al menos de Sasuke y de mí. No sonreía, no se mostraba abierta o amable, estaba... ¿Enojada? Bueno mierda. Eso era un problema.
El problema es que teníamos demasiados problemas, como para lidiar con este nuevo problema.
¡JODIDOS PROBLEMAS!
Sasuke me dio un ligero codazo y apunto con su barbilla a la acosadora de la esquina. Su voz fue un susurro discreto que solo podía llegar a mis oídos. —Tenemos suerte de que Saku no se percató aún de la forma en que nos mira. Si Karin sigue así, pronto va a llamar su atención. No creo que reaccione bien a nuestra antigua compañera de cama, ya sabés como se pone de celosa.
—Debemos encontrar una excusa para sacarla del palacio.
Mí hermano menor estuvo de inmediato de acuerdo conmigo.
—Esto es increíble. No puedo creerlo— Minato se agarraba la cabeza y negaba enfáticamente.
El emperador estaba delante de Madara, Obito se paraba junto a nuestro hermano y Saku estaba a su lado, tomando la mano de mí hermano con fuerza. Podía notar sus nudillos casi blancos. Saku estaba nerviosa por todos los guardias que nos rodeaban armados.
Apenas unos pasos detrás de ellos, estábamos nosotros. El salón eran un enorme recibidor. Los guardias, guiados por Naruto, nos habían escoltado dentro, apenas salimos de la nave. Estaban fuertemente armados y serios, lo cual nos puso a todos muy rígidos. Sin embargo, Madara, que era el mayor y la cabeza de nuestra familia, se acercó al emperador que nos esperaba dentro, con su fácil sonrisa y su contagioso espíritu de lucha. Habían intercambiado las noticias más importantes mientras yo me distraje con el ceño fruncido de Karin.
Saku se giró apenas y me dio una sonrisa. Luego guiño a Sasuke. Su mano seguía colgada de Obito, quién también se giró a mirarnos, pero a diferencia de Saku, nuestro hermano tenía su habitual gesto de "no se lo que tengo metido en el culo" Cuando volteo nuevamente, le compartí a Sasu mis pensamientos y tuvo que taparse la boca para no reír. Volvió a darme un codazo para que guardara silencio.
—Padre, debemos intervenir. Lo primero es darle lugar a las humanas, son refugiadas y necesitan protección.— Ordenó el príncipe. Su padre asintió.
