Todo listo.

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La cueva central, que ocupamos la mayoría de los prisioneros, es una montaña enorme, llena de túneles con más cuevas subterráneas, y con una entrada muy grande

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La cueva central, que ocupamos la mayoría de los prisioneros, es una montaña enorme, llena de túneles con más cuevas subterráneas, y con una entrada muy grande.

Desperté temprano, estaba molesto por estar lejos de Sakura. Extraño su olor, su piel. Extraño pelear con Obito para abrazarla durante el descanso. Estoy perdido. Esa chiquilla gritona, me tiene agarrado de las pelotas. Nos unimos mucho desde que la rescatamos del grupo de Genma, pero por más que deseara solo quedarme tumbado a su lado, tengo responsabilidades de hermano mayor, responsabilidades que asumí cuando nos trajeron a este lugar, y tengo personas a cargo a las cuales debo mí lealtad y protección. Aunque ahora me encuentro dividido entre lo que mí cabeza me exige y los que mí corazón reclama.

Salgo de la cama, Sasu duerme completamente relajado en la otra esquina, el fuego apenas alumbra el lugar, lo avivó un poco, espero que las llamas estén altas y veo como mí hermano se quita parte de la manta que le cubre el torso, tiene unos cuantos arañazos en el pecho, se que el maldito niño corrió hasta la otra cueva antes de irnos a descansar. Sonrió. A pesar de todo, que ellos sean felices es lo que más me importa.

Una vez que las llamas son tan altas que alejaran a cualquier serpiente de tierra, salgo a dar una recorrida.
Puedo ver cómo los hombres están cada vez más cansados. Muchos ni siquiera eran maleantes, solo simples viajeros y comerciantes, al igual que mis hermanos, atrapados contra su voluntad y arrojados aquí.

Como el caso de Gaara y Kankuro. Esté último, por su carácter pacífico y su fuerte voluntad, se volvió casi mí mano derecha. Todas esas cosas que no podía decirles a mis propios  hermanos, porque la necesidad de cuidarlos y protegerlos era más fuerte que nada, siempre pude hablarlo con él. Me entiende. Por eso, me sentía pésimo al ocultarle los planes de escape.

Siempre supe que tenía una bonita mujer esperándolo, un pequeño que ya había cumplido los tres ciclos cuando lo apresaron. A diferencia de otros hombres, Kankuro también tenía a un miembro de su familia con él, lo que hacía mil veces más tolerable la injusticia que vivíamos. Creo que ese fue el motivo por el cual conectamos de inmediato. Ambos somos los mayores, ambos tenemos sobre los hombros el peso de cuidar de los nuestros.

Kankuro, estaba cerca de la entrada, como de costumbre, afilando lanzas, me senté a su lado y suspiré para llamar su atención.
Sus ojos buscaron los míos.

— Vamos, sueltalo. Lo que sea que te tiene dando vueltas como rata en un cajón, debe ser importante.

Sonreí, el tipo era muy intuitivo. A demás era lógico, inteligente y sabía que debía ponerlo sobre aviso. Él tenía que mantener las cosas en orden hasta que pudiéramos resolver lo que pasaba.
Esperaba que su objetividad fuera más fuerte que su deseo de volver con los suyos.

—¿Si hubiera una mínima posibilidad de salir de aquí, pero tuvieras que quedarte a esperar que volvieran por ti, lo harías?

Dejó lentamente de afilar la lanza y frunció el ceño.

"Planeta Rojo"- Saku-Haren 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora