Advertencia: diferencia de edad, smut/+18 Aclaraciones: Izana tendrá 18 años, y rayito 25 :]
Lean por fi la nota final 👀
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Jamás hubiera imaginado llegar a esta situación, sin embargo no le incomodaba para nada. Ni siquiera sabía la razón, quizá el muchacho que ahora mismo le tiene contra el colchón cubierto por suaves sabanas le atrajo desde el primer momento, tal vez le resultó muy atractivo.
Podía constatar lo último en este momento.
Algunos de sus cabellos permanecían pegados a su frente gracias al sudor, todos los músculos de su cuerpo desnudo se hallaban tensos, su atractiva y perfilada mandíbula estaba rígida. Era el paraíso a sus ojos, observándolo con detenimiento a esos escasos quince centímetros.
En cada estocada que daba, aquel collar con una pequeña placa plateada se movía en el aire golpeando de vez en cuando su propio pecho, al igual que sus hebras bicolores rebotaban en una danza inexistente.
Joder, era una imagen magnífica que sin duda nunca se cansaría de admirar.
Tuvo que morderse el labio cuando una exquisita onda eléctrica recorrió su espina dorsal, causando estragos en sus piernas que temblaron sobre las caderas del mayor.
─ ¿te gusta? ─pregunta ronco al sentirlo tensarse.
─ ah~ sí ─sus brazos apresados sobre su cabeza piden ser liberadas.
Ansía tocar esos pectorales trabajados y ese rostro de ensueño, que se contrae en cada descarga de placer. Otra ola eléctrica le hace curvear la espalda y soltar más de esos vergonzosos y lascivos sonidos que nublan la mente de ________, haciendo que incremente la velocidad de su vaivén.
El Kurokawa suelta gemidos más altos sintiendo cada estocada, sus paredes para ese momento se encuentran más sensibles. En su vientre comienza a formarse un nudo, está por terminar, Fukiwara se percibe de esto, frenando de golpe sus movimientos ganándose un gruñido insatisfecho de parte del contrario.
─ si quieres venirte, tendrás que hacerlo tú, bebé ─murmura muy cerca de su rostro, con esa expresión tan atractiva.
"Maldito seas, Fukiwara ________." Pensó el peliblanco no muy contento.
Suelta un jadeo cuando sale de su interior, siente el vacío y le resulta muy extraño. Sus manos al fin son liberadas permitiéndose relajar un poco.
El ojimagenta se tira sobre el colchón, justo a su lado, gira un poco la cabeza para mirarle, ofreciéndole una especie de invitación silenciosa a sentarse en su regazo. Sin pensarlo demasiado, se levanta un poco hasta llegar a la entrepierna contraria.
Se acomoda dándole la espalda, sentándose con suavidad meneando su culo para provocarlo. Toma el miembro, introduciéndolo lentamente en él, soltando un jadeo más.
