Advertencia: ninguna Nota: feliz cumpleaños al ser más bonitopreciosoperfecto del mundo, teamomiamor 💖
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Si le preguntaban a Izana acerca de cuál sería su tipo de persona ideal, él respondería inmediatamente que no le interesaban esas cosas, pues estaba muy ocupado con su cargo como el líder de Tenjiku como para pensar en ridiculeces como "el amor" o "su tipo de persona ideal".
Sin embargo, no contaba con ser uno de los pocos afortunados que tienen "la bendición" del tan conocido "hilo rojo". Si bien había oído de eso con anterioridad, jamás le había tomado real importancia y se quedó con que era solamente una leyenda o un simple mito, que esas cosas no eran reales.
Fue un día cualquiera, mientras andaba por las calles de forma descuidada, dando un paseo para pasar el rato. Eso hasta que sintió un ligero tirón en el corazón, sus pasos frenaron de golpe, confundido por su repentino síntoma. Como si fuera automático, comenzó a mirar a los alrededores, como si estuviera buscando algo o a alguien; en primera instancia no vio nada, de pronto sus ojos comenzaron a distinguir un brillante hilo de color rojo flotar en el aire, ondeando ligeramente, mientras un extremo se mantenía atado al dedo meñique de su mano derecha.
Sus pies se devolvieron, su cuerpo comenzó a moverse por su propia cuenta, tomando un paso apresurado, casi corriendo a donde sea que el hilo lo estaba llevando. Eso sólo significaba una cosa: su otra mitad estaba cerca de él.
Fue guiado hasta la estación de tren, ahí sus ojos comenzaron a divagar por toda la zona, topándose con cientos y cientos de caras desconocidas que iban y venían, pero ninguna era la que estaba buscando. Caminó un poco más, siguiendo el hilo con algo de dificultad gracias al gran tumulto de gente.
La bocina anunciando el siguiente destino del tren resonó en sus oídos, y algo dentro de él se preocupó, no sabía si su alma gemela tomaría ese tren, lo peor es que no sabía si lo volvería a encontrar. Al menos eso le decía su corazón acelerado, aunque su cerebro sabía que sí era el destino, no importaba si pasaban diez, quince o más años, él y su otra mitad se encontrarían a pesar de las adversidades.
Sus piernas corrieron un pequeño tramo, hasta que el hilo se tornó de un color dorado más brillante esta vez. Nuevamente alzó la mirada, y como si todas las personas hubieran desaparecido de la estación, lo vio. Un chico alto de cabello negro con las puntas teñidas de blanco. No podía verle la cara, pues aquel muchacho estaba de espaldas a él, aparentemente esperando el tren con una mochila en su espalda y una maleta a su lado.
Aquel joven volteó lentamente, mirando a sus alrededores como buscando a alguien. Hasta toparse con los brillantes ojos de Izana mirándolo. Los corazones de aquel par de adolescentes dieron un fuerte latido contra su pecho cuando el violeta y el magenta se conectaron por primera vez.
Era un momento casi mágico, pues todo a su alrededor parecía haberse esfumado y sólo existen esas almas que se complementan, conociéndose por primera vez. El Kurokawa fue el primero en acercarse con cautela, aún sintiendo los rápidos latidos de su corazón resonar dentro de sus oídos, sin apartar la mirada de aquel desconocido. El otro chico se dio más prisa y se acercó a zancadas, olvidándose de sus pertenencias.
