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» Lo conoció una noche cualquiera, salió de su departamento buscando algo con lo que entretenerse. Hace poco había vuelto a Japón para encontrarse con su hermano, rentando un departamento.
Vió a un par de chicos "malos" ─él diría que ridículos por la exagerada cantidad de gel en sus cabellos─ hablar de una supuesta pelea en una bodega abandonada.
"Tal vez sea interesante" pensó.
Con desinterés y tratando de pasar desapercibido. Seguramente estaba metiéndose en un sitio peligroso, está claro que son peleas clandestinas, en cualquier momento podría llegar la policía. Pero confiaba mucho en sí mismo y sabía que podría escabullirse sin problema.
Al llegar al lugar estaba prácticamente lleno y la pelea estaba por empezar, buscó un asiento alto donde pudiera verse con claridad la pelea.
Ahí es cuando lo vió. No conocía su nombre, pero era alto con un cuerpo trabajado y tonificado, lo que más captó sin querer su atención fueron sus peculiares ojos magenta. El chico a comparación de su contrincante se veía más pequeño en cuestión de musculatura, por más ridículo que pareciera, ambos eran literalmente lo opuesto. El otro hombre era aún más alto, tenía enormes músculos y cicatrices en ellos.
Apostó los mil yenes que tenía encima a favor del muchacho pelinegro. Todos los presentes tenían más fe en el matón, dejándose llevar por la simple apariencia. Pero él sabía que alguien que se dedica a peleas callejeras y no tiene signos de ello es porque es sumamente fuerte.
O por que es nuevo en ese mundillo.
Y tal como lo predijo, el muchacho de ojos magentas derribó de una sola patada a su contrincante, asombrando a todos los que juraban que sería él quien terminase en el suelo. Lo que realmente le entretuvo fueron los ágiles y rápidos movimientos de joven.
El sitio se vió irrumpido por el ruido de las sirenas de patrulla. La gente de inmediato empezó a correr escapando del lugar. Él al intentar escapar fue jalado hacia unas cajas enormes ocultándose atrás de ellas. Miró enfadado a la persona notando rápidamente que se trataba del chico de ojos magentas. Le hizo un gesto de silencio al oír los pasos de los oficiales correr justo detrás de ellos. Al estar lejos, se escabulleron lo más rápido posible corriendo a un lado aleatorio.
─ ¿estás bien? ─pregunta el muchacho de puntas blancas.
─ sí, no era necesario jalarme. ─
─ je, lo siento ─rió un poco avergonzado.
─ ¿por qué lo hiciste? ─
─ ¿eh? ─
─ ¿por qué a mi y no a otro? ─explicó mejor su pregunta, aún serio.
─ porque fuiste el único que apostó por mi ─eso no sorprendía al contrario─. Supongo que me alegró un poco que alguien que no fuera mi hermano apostara a mi favor. ─
