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Escuché a los niños jugar a las escondidas mientras corrían por la casa. Lorelay estaba a mi lado, tomando té, relajada como siempre. Supongo que fingir que es ciega tiene sus ventajas.
—¿Qué haría si te descubren?—pregunté, Lore casi se ahoga.
—¿Cómo? ¿Qué descubrirían?—Lore seguía bien metida en su papel. Le quité la taza y la puse en la mesa.
—Estoy guardando tu secreto, Lore, algún día me lo cobraré.
—No te van a creer. —Ladee mi cabeza.
—¿Estás dispuesta a arriesgarte?—Kore entró corriendo al comedor para abrazarme.
—Mami, perdí—dijo con un puchero.
—No importa, amor, siempre habrá otra oportunidad para que ganes. —Le sonreí a Lorelay—. A los que juegan limpio les va bien, ¿cierto, Lore?
—Sí, tienes razón. —Quería irse, lo noté por la incomodidad que mostraba—. Recuerda mis límites y haré lo que me pidas. Nos vemos, sobrina.
No sé para qué me podría servir Lorelay, pero lo descubriré en el camino. Es muy interesante y ventajoso tener a alguien que finge ser ciego de tu lado. Sí, servirá para algo. Más tarde ese día, era la fiesta que preparó Jared.
Tomé una de las copas que estaban repartiendo. Esta era una de las clásicas fiestas de Jared para reunir a grandes políticos y reforzar alianzas. Una gran oportunidad para demostrar el ejército que tienen. Usaban a eldianos como meseros. Eldianos niños.
—Desapruebas esto—susurró Jared con su sonrisa perfecta.
—Por supuesto. Son unos niños, quienes deberían estar estudiando, no trabajando—susurré mirando la copa. Acabo de recordar que no debería tomar alcohol—. Iré por algo suave.
—Puedo pedirle a alguien...
—No. Iré yo—dije antes de irme.
Apenas pasaron unos segundos para que un par de personas se acerquen a Jared a robarle el tiempo. Espero no hagan eso conmigo. No estoy de humor para soportar adulaciones. Es muy común buscar un camino hacia el rey a través de la esposa. Mi respuesta siempre era: "se lo diré". Muchas veces ni lo mencionaba o le recomendaba negarse.
—Majestad, quería decirle que me parece lamentable lo que pasó con la investigación—dijo Zeke en un tono muy bajo—. Menos mal no le pasó nada a usted ni su familia.
—Tus palabras serían más útiles si te las hubiera solicitado—dije entrecerrando los ojos—. No me quites más el tiempo. Es muy valioso, más que tú.
—Es curioso cómo pasaron las cosas. Sé que usted ama su lugar de origen y de pronto sucede esto. Es curioso—repitió moviendo el vino en su copa antes de beberlo—. Lo que haya pasado, sé que lo descubrirán y todo el peso de la ley caerá sobre la culpable.