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El sol brilla más que ninguna estrella que está cerca de nosotros, eso no se cuestiona. Incondicionalmente e incontrolablemente. Si tú fueras una estrella, por tonto que suene, el sol no tendría comparación contigo.
Fue el último poema que Levi me leyó antes de que la guerra empezara.
No entendía cómo podía ser el sol para él cuando aún no podía brillar como antes, cuando lo conocí hace años, pero lo era y de alguna forma que él crea eso, hacía que yo también lo crea.
—Creo que te escucharon—susurró Levi, me levanté de golpe sin creer lo que mis oídos escuchaban. Me pellizqué el brazo solo para asegurarme que era cierto lo que ocurría y no una alucinación—. Tranquila. Estoy vivo. —Con poca fuerza, evitó que siga pellizcándome.
—¡Estás vivo!—grité, lo abracé con delicadeza para no hacerle daño, igual unos quejidos salieron de él. Aflojé mi agarre, incapaz de alejarme de él— Lo siento, me emocioné.
—No podía irme sin cumplir nuestro plan de retiro—susurró en mi oído, me separé para sostener su rostro entre mis manos—. Estoy aquí. No me voy a ir.
—¿Ya despertó?—preguntó Hange apareciendo a nuestro lado, tenía a Dánae a su lado, abrazada y con los labios muy hinchados. Alguien se divirtió— Esos analgésicos que le di sí que dieron buen resultado, eh. Te doparon muy bien, enano.
—¿Co-cómo?—pregunté confundida y girando mi cabeza hacia la castaña.
—No me dejaste explicar mucho—dijo alzando sus hombros—. Despertó con el mensaje de Eren, pero tenía mucho dolor y le di unos analgésicos que habitualmente llevo conmigo. Los guardaba para mí, pero le di un mejor uso.
—¿O sea que él iba a despertar igual?—preguntó Lars, soltó una risa llena de ironía. Caminó hasta Hange con una sonrisa, dispuesto a asesinar a alguien— La mujer estuvo llorando pensando que se iba a morir. ¿Y no pudiste decir eso antes?
—Por eso no soy médico—dijo Hange sabiendo que la había jodido—. No volverá a suceder.
—Antes de que quieran matarse entre ustedes—dijo Dánae obligando a Hange a retroceder—, tenemos un plan. Debemos encontrar al capitán Magath y al soldado Pieck. Iremos Hange y yo.
—Llévatela antes de que me vengue—dije sonriendo. Dánae asintió—. Hange—ella volteó a verme, limpié las lágrimas secas de mi rostro—, gracias.
—¿Me podrán al día a mí también?—preguntó Levi sentándose.
—Eh, no, no hagas esfuerzo—dije obligándolo a echarse de nuevo—. Lo haremos, pero llevará tiempo.
—Los dejaré solos un rato—dijo Lars parándose, se metió entre los árboles hasta que lo perdí de vista.
Voltee a ver a mi esposo, quien miraba al cielo con el único ojo que estaba abierto. Él está aquí, respirando y a mi lado. Sonreí tontamente y me di cuenta de que tengo pelear con más fuerza por ese futuro juntos.
