〣Iɴғᴇʀɴᴜᴍ 10 ◦ Lᴏ Sɪᴇɴᴛᴏ, Lᴇᴠɪ 〣

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Año 855

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Año 855

Hay cosas que la ciencia no puede explicar. Como los titanes, por ejemplo. Solo sabemos que aparecieron hace millones de años. Es increíble que para los Veenstra esa información no exista.

O quizá sí y nadie te lo dice.

No me sorprendería.

—¿Está segura?—susurró el joven frente a mí.

—¿Piensas que mi opinión no es aceptable porque recién comencé hace un mes en esta institución?—pregunté alzando una ceja.

—No, para nada. —Meneó la cabeza y alzó la vista con una sonrisa forzada, se inclinó hacia mí y susurró:— Ellos me dicen que no las tome.

—Debes ser fuerte. Adelante. No es nada malo. —Todas las veces que lo veía era lo mismo, comenzaba a sospechar que no tomaba sus pastillas.

Después que se paró escribí en su carpeta que estén más atentos a que ingiera sus pastillas. Desde el año pasado tenía mi título en psicología y empecé este año en este centro psiquiátrico. No permito que mis niños vengan seguido a menos que sea la última opción. Algunos pacientes pueden ser un poco agresivos, más porque vienen de la guerra.

Le quité la envoltura a un chocolate que se quedó a mitad de camino al ver a mi nueva visitante. Alcé mis comisuras para mantener mi fama de ser la Veenstra más amable y me paré.

—Pieck, ¿verdad?—Estiré la mano para saludarla y ella lo aceptó.

—Sí, un gusto verla de nuevo—dijo sentándose en la silla de paciente—. Recibí su invitación.

—¿A qué?—pregunté con un toque de gracia. No tenía ningún evento social este mes.

—La fiesta en su nombre. Sé que no es su invitación. Entiendo que lo hacen como una forma te agradecí... ¿No lo sabía, verdad?

No, titán.

—La verdad, no. Supongo que ya me enteraré. Estoy aquí desde hace un día y medio. Hubo un accidente con un paciente nuevo. —Abrí mi agenda y vi apuntada el próximo fin de semana, un evento del cual no me avisaron. Esa letra es de Arabella—. Kru algo se llamaba. No leí bien su nombre de lo preocupada que estaba por su pierna. Al parecer, quien lo recibió no se dio cuenta de que tenía una infección en su pierna.

—¿La perdió?

—Sí. No pude hacer más. —Solté un suspiro y encerré en lapicero rojo el dichoso evento—. ¿Qué tal su última misión?

—No me hables de usted. —Rascó su oreja mirando por la ventana—. Estuvo algo bien, entramos por arriba y...

Pieck Finger sufría de serios traumas físicos y psicológicos. Su cuerpo, después de varias horas o hasta meses convertida en titán, se acostumbra a la forma de titán. Tiene suerte de tener la capacidad de hablar, si no lo más probable es que pierda esa función. Su cerebro se acostumbra a esas capacidades limitadas y al momento de volver en su forma normal decae gravemente. Los altos mandos la derivaron conmigo porque temían que sus increíbles poderes sean afectados con sus problemas mentales.

Dɪsʀᴜᴘᴛɪᴠᴇ Cʜᴀɪɴs ✥ Lᴇᴠɪ AᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora