Dedicado a todxs los que soñaron con un final feliz, a todxs los que extrañan a alguien que falleció y a todxs los que entran, como yo, a un libro para soñar con el más allá de lo posible.
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El poder que puedes llegar a tener sobre una persona es infinito. Desde controlar su estado anímico hasta su propia vida. Con ese poder, puedes llegar e iluminar sus rostros. Ese poder puede ser por distintas razones, como lo que brindas o lo que haces. Incluso por quién eres.
Camine por la borda, quitándome la mascarilla. Recién terminé de curar a los que presentaban alguna dolencia. Quería bajar y ver un rato a Levi. Bajé las escaleras con cuidado. La puerta del cuarto donde se encuentra está medio abierta. Desde aquí la frustración en las arrugas que se forman en su frente. Empujé la puerta para entrar ignorando su incomodidad.
Entendí el poder que tenía sobre él cuando su rostro se iluminó. Olvidó por un momento que lo que había perdido y se concentró en mi camino hasta la cama. Me senté a su lado con un intento de sonrisa.
—¿Ellos están bien?—preguntó con tono neutro, comencé a quitarle la venda de su rostro con paciencia. Asentí.
—Pensé que alguien más te había atendido—dije colocando la venda sucia a un lado. Busqué el agua para limpiarlo. Agarré una gasa y la remojé en agua para comenzar—. Huelo a muerto.
—Debiste dejar que otra persona se encargue de Lars. —Sostuvo mi mano para detenerme. Sabe que mantengo mi menté ocupada. Apreté mis labios. Ya no quería llorar—. Shadia, escúchame.
—Él se sacrificó por mí. Es lo mínimo que podía hacer. —Contuve la respiración. Aún puedo sentir la frialdad de la piel de Lars—. Al menos él merece un lugar donde puedan enterrarlo. Hange y Dánae no lo tendrán.
Levi me soltó.
—¿Quieres llorar, verdad?—Asentí tapando mi rostro. Me tomó entre sus brazos como un ave herida. La calidez de su piel descubierta me acunó lo suficiente para calmarme por unos segundos. Sentí su mano enterrarse en mi cabello— Llora, hazlo.
—Tenía que aguantármelo porque no había tiempo para llorar, pero ahora todo acabó. —Intenté contener mis sollozos en vano—. En menos de unas semanas, perdimos a tantas personas. Sasha, Nile, Pixis, Hange, Dánae, Lars. ¿Qué hicimos para merecer esto? ¿Por qué...? ¿Cómo se supone que llegue y le diga a los hijos de Nile que murió su padre? ¿Quién le dirá a Sebak? ¿Cómo le diré a los niños que murieron sus tíos?
—No lo harás sola. —Su voz retumbó en todo mi ser—. Puede sonar egoísta, pero... Que tú estés viva es suficiente para mí. Dijiste que no podrías hacerlo sin mí. Pues, yo tampoco. Estamos juntos, a partir de ahora y como antes, no estaremos solos.
—¿Tú no quieres llorar?—pregunté alzando mi vista.
—Ya lo hice.
—Voy a limpiar tus heridas. —Acaricié su rostro. Su mano tocó la mía con delicadeza.
