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¿Sería posible tener un mundo sin guerra?
Mi niño me pregunto esto al menos dos veces ayer y no supe qué responder. El ser humano se ve como enemigo a sí mismo, por lo que un mundo sin guerra es imposible de obtener. Solamente que no quise responderle eso y arruinar su percepción del mundo a tan corta edad.
Por petición de algunas personas, Historia y Nile, me quedé en Mitras para ayudarlos. La situación se ponía difícil a medida que se esparcía el rumor de que Eren estaba en la Paradis. Esto no era del agrado del público. Miré a través de la ventana de la oficina de Nile en el cuartel general de la Policía Militar. Momentáneamente, desde aquí monitorearé EIRA. Para decisiones urgentes, Ethan me cubría. Era lo mejor.
Mis uñas chocaban sin cesar con la superficie de la mesa. Una mezcla de ansiedad, tristeza y preocupación se arremolinaba en mi interior. Ni siquiera sabía dónde estaría Levi. Por órdenes de Hange, el lugar era secreto. No he tenido oportunidad de hablar con ella desde ayer. La vi entrar por la puerta principal. Tiene una reunión con algunos militares que revelaron la ubicación de Eren.
Por culpa de esos soldados, había una multitud afuera del tribunal que se hacía cada vez más grande. La puerta de la oficina se abrió. Nile entró con una bolsa. Mi antojo de media tarde llegó.
—¿Alguna noticia de Levi?—pregunté parándome, Nile dejó la bolsa en la mesa y sacó el bizcochuelo que trajo para mí.
—Sí, pero son simples reportes. Nada en especial.
—Tendré que esperar a que regrese. —Suspiré y tomé el bizcochuelo—. Gracias, tengo que ir a hablar con Hange.
—¿Quieres que envíe estos papeles a Trost?
—Sí, por favor.
Esperé afuera de la habitación donde Hange estaba hablando con los soldados, quienes serían encarcelados por obvias razones. Después se determinaría su sentencia, sería mucho escándalo hacerlo en estos momentos. No me sorprendí al ver a Floch junto a los demás soldados desleales saliendo de la habitación.
—Capitana Shadia—dijo Floch—, nos veremos luego, eso creo.
Me quedé estática viendo cómo se iba. Estaba tan paranoica con todo respecto a Eren que sentía que cualquier cosa podía ser un mensaje. Sin embargo, si esas palabras de Floch realmente lo eran, solo significaría una cosa: la amenaza se acerca. La cuestión es cuándo y dónde. Suspiré, borrando mi cara de preocupación, de nada me sirve estar sobrepensando esto. Empujé la puerta para ver a Hange sentada en una de las sillas. Mejor me concentro en Hange, la veo cada vez más apagada.
—Estoy cansada—susurró. Se paró—. No, aún hay cosas que investigar.
—Se vale descansar a veces—dije sorprendiéndola. Cerré la puerta—. ¿Cómo estás?
—Bien. Debo ir a trabajar.
—También yo, pero me gustaría hablar contigo. —Me acerqué lentamente para no incomodarla.