07- Castigo.

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Ya eran las 12:40 a.m. No había probado bocado en todo el día luego de que Juan se comiera mis cereales -y tirara mas de la mitad al suelo-, ¿por qué? Bueno, supongo que por mero orgullo. Tampoco habíamos salido ninguno de nuestra habitación, lo teníamos prohibido hasta que nuestras madres decidieran nuestro castigo.

—¡Bajen a comer, niños! —se escuchó el grito de Marie. 

Sin dudarlo salí de la habitación y baje al comedor, para sentarme en mi sitio común. O bueno, era mi sitio designado hasta que mi madre decidió cambiarlo. Era una mesa rectangular, de un lado nos sentamos Sofi, Juan y yo. Yo siempre me siento en una punta, pero por alguna razón mi mama junto con Marie me obligaron a sentarme junto al menso de Juan. Marie se sentó en frente de Sofi, que estaba a mi derecha, frente a mi estaba la pequeña Julieta, y al lado de Julieta estaba mi hermanito, Franco. Mi mama estaba en una de las puntas, entre Franco y Juan.

Hoy comimos salchichas con puré de papas, es una comida de lo mas simple, pero no hay que negar que es de lo más rico.
Juan por alguna "extraña" razón soltó una risita un poco (bastante) molesta.

—¿Cual es la risa? —pregunto después de haber tragado mis salchichas.

—De que se nota que gustan las SAL-CHI-CHAS —respondió juan resaltando las ultimas letras.

Nuestras madres se miraron entre si, con cierta diversión, pero terminaron negando con la cabeza y prefirieron no decir nada sobre el comentario del idiota a mi lado. Yo po mi parte rodé los ojos y solté un resoplido, sin poder quedarme callada.

—idiota —

Poco después terminamos de comer, y como es costumbre ayudamos a levantar los trastes y llevarlos al fregadero. Tanto Juan como yo estábamos por retirarnos a nuestras habitaciones, cuando su querida madre nos retiene con un tono de voz para nada tranquilizador.

—Ustedes esperan—dijo Marie con una sonrisa que juraría era maliciosa.

Oh uh, no me agrada nada esto.

—Ya tenemos un castigo para ustedes dos —agregó mi madre.

Ambos intercambiamos miradas algo preocupados y asustados, al menos por mi parte. Que nuestras madres pusieran tanto misterio en un simple castigo volvía la situación algo tensa. ¿Por qué no solo lo dicen y ya?.

—¿Que clase...de castigo?—sólo esperaba que no fuera algo realmente malo.

—No pueden salir de la casa, mas que para ir al colegio o alimentar a los caballos, durante tres semanas— dijo mi madre.

—¡¿Qué!?—exclamamos al unísono Juan y yo.

—Déjenos terminar—dijo Marie—. Ademas de eso, a partir de el lunes Laurel y yo vamos a trabajar, y no volvemos hasta las 18:00 que vuelven sus hermanos. Ustedes van a tener que hacerse cargo de la casa hasta entonces, ¿bien?. Y con eso me refiero a limpieza, no a ponerla patas arriba.

—No...pero —Juan hizo un vago intento por protestar, mas no hubo caso.

—"Pero" nada—interumpió Marielle—¿quedo claro?

—Si, mamá —

Bien, el castigo no era realmente malo si omitimos el que no saldríamos para nada. Lo malo está en tener que pasar horas y  horas con Juan, como si nos lleváramos precisamente bien.
Suspiré y subí a mi habitación sin saber que mas hacer.
El resto del día es fácil de resumir: leer, ver anime, leer más, terminar alguna tarea pendiente y volver a lo mismo hasta la hora de dormir.


El lunes por la mañana llegó, y en clase no tardamos en notar que el castigo continuaba aún dentro de los salones. Durante las clases de matemática, Marie no llamaba a nadie mas que a nosotros dos frente a la pizarra.
Y créanme, ya es bastante malo que tu madre/tutora sea la profesora, ahora imagina que además es una empresaria bastante exitosa, por lo que sabe muy bien como ser una jefa mandona.

Amor y Odio |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora