Te vas. |Anteúltimo capítulo|

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Ximena.

Yo no había dicho palabra.
Mi mamá me miraba con una gran sonrisa en el rostro, y yo no sería quien le cortara la emoción.

Es decir, siempre quise ir a S.O.S Academy, pero nunca creí que tendría la oportunidad de hacerlo.
Hace unos meses atrás, recuerdo que junto a Juan nos encontramos a Houston Sanders, y que nos había dado una tarjeta de presentación a ambos, tal vez mi madre la encontró en mi habitación.

—¡Mamá, muchas gracias!.— enrede mis brazos en su cuello mientras besaba su mejilla.

No iba a negar que estaba feliz, era una gran oportunidad de ir a una academia a la que siempre quise asistir, a un país que me encantaría visitar.

En otro continente, a un océano de distancia de lo que conocía.

Oh, dios.

—Me alegro que te gustara, hija.— dijo ella, besando mi frente.— resulta que tu hermano conoce al hijo de Michelle Sanders, la directora y dueña de aquella  academia, y nos hizo el favor de hablar con él. Deberías agradecerle.

Asentí y continuamos conversando de diversas cosas, más bien ellas, pero me desconecte al ver la seria mirada de Juan y la preocupación en el se Sofía.

—Te irás con tu padre y tu hermano.— volví a conectarme al escuchar a mi madre decir aquello.—Fran y yo iremos más adelante, no te preocupes.

—Oh...si, claro.—

No estaba prestando total atención, pues Juan se levantó de su lugar y se fué quien sabe donde seguido por Sofía. Marie solo suspiró con cierta tristeza en el rostro.
Era obvio para todos lo que le ocurría, pero aún así no sabíamos que decir.

Al menos no yo.

El resto del día continuó como cualquier otro. Franco y Julieta no hacían mas que corretear por la casa, Sofí estuvo viendo series conmigo y nuestras madres se habían ido hace unos minutos a comprar.

Pero Juan estaba en su habitación desde hoy en la mañana. No salió a la hora del almuerzo ni le abrió la puerta a nadie. Yo lo había visto desde su ventana, pero estaba con los auriculares puestos e ignoraba a todo el mundo.

—Mira quién sale se la cueva.— comentó Sofi ,lo que me hizo levantar la mirada.

Allí estaba el recién nombrado yendo a la cocina e ignorandonos. Su hermana rodó los ojos y fue tras él, inevitablemente los seguí.

—¿Ya puedes dejar de fingir que no nos escuchas?.— dijo mi amiga algo molesta.

Juan se quitó los auriculares, dejandolos colgar de su cuello, y elevó los hombros.—Disculpa, oía música.

—Juan, siquiera tenías conectado los auriculares al móvil.—

No pude evitar reirme ante aquello, pues era verdad. Tenía los auriculares cubriendo sus orejas, pero siquiera estaban conectados a ningún reproductor de música. Juan me miró y suspiró, para luego sonreír.

—Ya, ya. Perdón, no me encontraba bien.—confesó él y miró a su hermana. Ella solo asintió y se fue, dejandonos solos.—Xime, ¿podemos hablar?

—Ya lo estamos haciendo.—él me miró severo y sonreí.— ya, perdón.

—Es...es sobre la carta que recibiste hoy.—

Ya sabía que era sobre aquello que quería hablar, pero no sabía que decir al respecto.

—Oh...pues, a que fue sorprendente, ¿verdad?.— comenté.— ¿Recuerdas cuando nos encontramos con el mayor de los Sanders? Creíste que era un...

—No quiero que te vayas.—

Inevitablemente guardé silencio.
Juan me miraba con una triste expreción, se acercó y me estrechó entre sus brazos, y no tarde en corresponderle.

—Voy a extrañarte muchísimo si te vas.—

Si supiera que yo también voy a extrañarlo mucho. A todos, realmente.
Compartir todo este año con Juan a sido increíble. Hemos pasado por un montón de cosas, he sentido tanto a su lado. Este último tiempo hice mas amigos de los que nunca había tenido, y la idea de alejarme no me gustaba mucho.

Pero era un sueño que podía cumplir, algo que tal vez no volvería a tener la oportunidad de hacer.

—Hey, pero nos llamaremos todos los días, y vendré cada tanto, lo prometo.—

Me dió un casto beso y me volvió a abrazar, consiguiendo que toda mi cara se tornara roja.

•—Tres semanas después—•

Estabamos en el aeropuerto hace más o menos una hora. Mi vuelo saldría en algunos minutos y tocaba despedirme de todos.

Mis amigos una semana atrás habían hecho una hermosa fiesta de despedida, en donde prometimos llamarnos siempre que pudieramos y no perder el contacto. Juan no había ido.
Había estado actuando algo distante conmigo, y me dolia.

Dolía, pero no se lo había dicho a nadie.

Hoy en la mañana, antes de que nos fueramos todos, Juan se había ido a lo de Julían, por lo que tampoco me despediría el día de hoy, a pesar de que pasamos parte de la noche juntos.

No malpiensen, por dios.
Vimos una película y terminamos abrazados y hablando de un montón de cosas, luego el besó mi frente y se fué a su habitación.

Tal vez debí notar que esa era su despedida.

Abracé por última vez a mi mamá, prometiendole que llamaría todos los días y que nos veríamos en unas semanas. Corrí hacia donde estaba mi padre y saludé con un gesto de mano a mi familia y quienes se habían convertido en parte de ella.

Con mi papá y Nathan pasamos por el pasillo que nos conduciría al interior del avión, ya habiendo perdido de vista hacia rato a los demás. Tomamos nuestros asientos y solo nos tocó esperar hasta que el vuelo comenzara.

Un viaje de cuatro horas, mas otras dos horas hasta la que ahora era mi nueva casa y mucha música por escuchar.

Londres, allá vamos.


Amor y Odio |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora