XXXIX.II

402 49 30
                                    

En el momento en que abrí mis ojos, me doy cuenta que estoy en otra habitación completamente diferente y así como mis tobillos, mis muñecas están encadenadas a la pared.

Llevé mis manos a mi rostro. Tengo vendaje por la cara, dejando libremente mis ojos y boca y continúan las vendas por mi barbilla.

No puedo huir. Ya no.

Suspiré profundamente.

"Quédate conmigo, por favor".

Fueron las palabras que me gritaba mientras me quemaba la cara. Llevé mi cabeza a la pared.

— Estoy cansada — susurré. El dolor en la garganta es demasiado insoportable y sigo teniendo la voz ronca pero más frágil, parece que en cualquier momento voy a llorar.

Pues sí. Sí estoy llorando y me lastima. Llevé mis manos para secar mis lágrimas pero me termino encontrando con la peor de las imágenes.

— Me quemó los lagrimales — volví a susurrar. Sangre. Estoy llorando sangre. Volví a respirar hondo para controlar mi llanto.

El crujido de la puerta llamó mi atención, a juzgar por la sombra que se muestra en el haz de luz, me da entender que viene a seguir jodiendo.

Compartimos miradas por pocos segundos hasta que él sonrió ampliamente, como cuando éramos niños y me veía llegar a su casa para jugar o hacer tarea.

— Amor, despertaste al fin.

— ¿Cuánto tiempo estuve dormida? — pregunté, volviendo a mirar a la pared que tengo enfrente.

— Tres semanas — respondió. ¿Por qué no me morí? —. Pensé que... Me había pasado al quemarte.

Y todavía lo admite el muy bastardo reverendo hijo de Satanás.

— ¿Por qué las cadenas?

— Para que no vuelvas a escapar.

— Fui a caminar.

— Caminar no es lo mismo que correr y corrías hacia la libertad.

Libertad que me quitaste, malnacido.

Suspiré. Se sentó frente a mí, con una amplia sonrisa. Yo lo miraba con seriedad. Esa sonrisa antes me provocaba un desorden hormonal, quería besarlo y quedarme con él hasta el amanecer, ahora, sólo lo quiero matar.

Si alguien va a matar a este desgraciado, voy a ser yo.

— ¿Sabés qué día es hoy? — negué —. 25 de Abril.

Puta madre.

— Qué bien — dije sarcástica —. El 25 de Abril falleció Touya, qué bueno, así debió de haberse quedado. Muerto.

— Saori, no seas tan grosera. Te traje algo, mira, mira — dijo y mostró un pequeño pastel sólo para una persona.

— ¿Tiene veneno? — pregunté.

— Que yo sepa no.

— Entonces no quiero nada.

Suspiró con pesadez. Me acercó la cuchara con un pedazo de pastel. Por más dolida que esté, dentro de mi corazón aún está la esperanza de que sigue ese niño ahí, de que sigue Touya dentro de su corazón, el Touya que no está corrompido ni el que hizo los sueños de su padre suyos.

— Come, come — dijo cuán niño contento —. Tienes casi un mes sin comer, debes de comer.

— Si como, ¿te largarás de aquí?

Judas; Dabi x OC x Hawks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora