XXX.II

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Ojos zafiro observaban el carmesí de un par de diminutas alas que eran propiedad de un pequeño rubio quien le daba la espalda.

— ¿Ya viste? — preguntó con júbilo a su tutor. El hombre rubio miró al niño que ella apuntaba y después a su pequeña pelinegra.

— Sí, su Quirk quizá sean esas alas — comentó con una sonrisa — ¿Quieres ir a hablarle? — asintió animada —. Está bien, no pasa nada si llegamos a casa un poco después de la hora que solemos llegar.

— ¡Gracias, Hizashi! — exclamó dando un abrazo al hombre. Al soltarse, se dirigió corriendo al pequeño que se encontraba en la caja de arena construyendo un castillo.

No lograba hacerlo permanecer de pie, desvanecía así como la pequeña sonrisa que se le dibujaba en el rostro cuando creía haberlo logrado.

— Hola — saludó al detenerse a su lado. Por dicho saludo, el menor la miró llenándose de un color muy bonito, dicho color era igual que el cielo despejado que yacía detrás de la pequeña y hacia buen contraste con ella.

— Hola.

Sólo la curiosidad fue la responsable de que el destino de ambos se terminara uniendo. ¿O será que desde antes ya estaban destinados a unir sus caminos?

— Cada Invierno neva — comentó —. Es muy hermoso ver cómo los copos de nieve van cayendo. Se pueden construir infinidad de cosas con la nieve, así como la arena pero queda mejor sostenido.

— ¿Qué es eso? — preguntó curioso y lleno de dudas. La menor, confundida, ladeó la cabeza.

— ¿Qué cosa?

— Nevar. ¿Qué es eso? — boquiabierta, observaba al niño. ¿Qué tanto le han estado prohibiendo como para que ni siquiera la nieve conozca?

— Nevar es una ligera lluvia de nieve — respondió —. Es blanca, suave y fría.

— Como tú a veces — la pequeña hizo una pequeña mueca de tristeza pero a la vez divertida porque sí, dicho comentario le dio risa —. ¡No, no llores! ¡Es que tú también eres fría pero eres una linda persona, Saori! ¡Digo! Niña, ¡niña! Eres una niña muy linda, sí.

Comenzó a reír para luego abrazar al pequeño del brazo. El único abrazo que ha recibido le hizo brillar, le calentó el corazón y con ello, su alma también.

— Feliz cumpleaños — dijo, haciéndole entrega de una pequeña cajita carmesí, igual que el color de sus alas y de su Quirk. Con sumo cuidado, retiró el moño de la cajita y retiró la tapa para ver un pequeño brazalete —. De hecho va en el tobillo — comentó ella —. Como dijiste que no podías dormir, he decidido regalarte el pequeño brazalete para que cuide de ti cuando no puedas dormir.

— Gracias, roquita — con sus pequeños brazos, rodeó el cuello de la menor. El calor que emanaba aquel menor era tan débil que, con sólo estar pocos segundos escaseando la distancia, podía sentir un gran sufrimiento.

Ella, dolida por haber perdido a su mejor amigo y a su madre casi al mismo tiempo.
Él, dolido con la vida por la familia en la que le tocó crecer y después ser encerrado en cuatro paredes con personas que sólo lo buscaban por su Quirk.
¿Qué podrían hacer estos dos?

— Tus ojos son como los de un gato — comentó él, la pequeña sonrió de manera diminuta. Los gatos han sido su animal favorito desde que tenía uso de razón —. Tienen la misma forma de los ojos de un gato, y el color es igual que el del cielo.

— Eres un amor, Hawks — dijo entre risas y con las mejillas pintada de carmesí —. Tus ojos son como los de un ángel.

— ¿Por qué dices eso? — preguntó sonrojado.

Judas; Dabi x OC x Hawks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora