Es un villano. Me lo repetía mi mente cada segundo que pasaba. Es un villano. Tomará ventaja de lo todo lo que le digas en cualquier momento. Es un villano. Te hará daño con esa información... Más daño del que la sociedad te pudo haber hecho. Es un villano...
¿Y por qué tu corazón te dice a gritos que tú y él ya se conocían?
— No es nada que deba importarte, Dabi, ¿si? — dije a la defensiva.
— Si pregunto es porque me interesa. Deja tu maldita arrogancia y por primera vez responde bien.
— Ah, ¿ahora no te gusta que sea arrogante, imbécil?
— Saori — dijo con firmeza — ¿Qué fue lo que te hicieron? ¿Quién fue?
— Esa...
El nudo en la garganta no ayudaba. El dolor de cabeza no ayudaba. El temblor en las manos no ayudaban, mucho menos las lágrimas que bajaron sin freno y sin aviso. Las paredes las siento acercarse a mí con el objetivo de aplastarme. El aire me está haciendo falta y no logro enfocar mis botas.
— Hawks... — susurré pero luego negué. No lo necesito cuando me da ataques de ansiedad... ¿Por qué mencioné su nombre?
— Oye — escuchaba una voz a lo lejos. No logro identificar de quién es, no sé dónde estoy, ¿qué estoy haciendo aquí?
Me levanté de mi asiento y me dirigí a la puerta que difícilmente podía ubicar. Tropecé, no caí al suelo porque me tomaron de los brazos.
— Touya... — musité.
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Mencionó ese nombre como si lo estuviera ahogando por muchos años. Le duele mencionarlo pero lo pide a gritos. No me ve. No me escucha. No me siente. Es una desesperación que se puede ver a kilómetros.
La atraje a mi cuerpo. Sólo soy 7 centímetros más alto que ella, la diferencia no es mucha pero, se hizo pequeña en mis brazos. Su cuerpo temblaba y lentamente me fui arrodillando en el suelo porque sabía que en cualquier momento, ella iba a caer. Yo tengo que ser su soporte en este momento.
No debí haberla engañado. Debí haberme mostrado ese día y decirle que estaba vivo.
Se abrazó ella misma. Respiraba pero ni siquiera se podía controlar. Recostó su cuerpo en mi torso, quedando entre mis piernas.
— Estoy aquí — dije, con voz monótona. Mi voz siempre ha sido así, pero cuando se trata de Saori, mi corazón me dicta hablarle de otra forma. La forma que ella siempre conoció de mí; cariñoso, cálido y protector —. Estoy aquí. Estoy contigo. No te dejaré.
La puerta se abrió de golpe. Era Hawks. Estaba preocupado, su expresión lo delataba. Me di cuenta que en su muñeca lleva el brazalete con el ala, con razón llegó así.
— Cierra esa puerta — dije. No dudó ningún momento y la cerró. Se agachó frente a ella, que se encontraba escondida en mis brazos.
