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Miraba con atención al chico. Comía tranquilamente y con una amplia sonrisa llevaba un bocado a su boca para masticar. Sonreí de lado.
He estado con este muchacho por casi un mes y, a decir verdad, ha tenido alguna que otra actitud similar a Saori. Principalmente, el no rendirse hasta conseguir su objetivo.
Embarazada. Estaba esperando un hijo. Íbamos a tener un hijo. Suspiré pesadamente. Siempre vi el tener una familia algo tan monótono que no le di nada de importancia hasta que vi de nuevo a Saori luego de que la Comisión me lo prohibiera por años.
Kaina siempre bromeaba al decirme que Saori y yo nos íbamos a casar y tener pollos. Sí, porque tengo una Quirk con alas pensaba que iba a tener pollos como hijos. Qué tontería.
— ¿Todo está bien? — preguntó. Levanté la mirada, se veía preocupado y atento. Asentí sonriente.
— Sí, tranquilo — respondí —. Es que... Estaba pensando en... Ella... En Saori.
— Pronto se va a recuperar — alentó —. Es una mujer muy fuerte y poderosa. Se va a recuperar y será la misma que antes, aunque sí, con más experiencia y las emociones más estables.
— Admiras mucho a Saori, ¿no es así?
— Sí — respondió luego de beber su jugo —. Saori-chan es como la hermana mayor de la clase A. No la veíamos como profesora sino como una hermana gracias a que ella se mostró de dicha manera con nosotros. Aún después de que la gente la denigraba, menospreciaba y demás... Ella no se rindió y siguió adelante, demostrando su fortaleza y perseverancia. Es lo que admiro de ella y su buen corazón.
Se expresa de ella como si fuera lo más importante en su vida, aquella chica que lo ha cuidado desde siempre y por quien siempre ha visto por su bien, la ven como hermana y no como profesora ni mentora.
Si de esa manera quiere a sus alumnos, puedo imaginarme cómo pudo haber querido a nuestro hijo.
— Saldré un poco — dije. Habíamos terminado de comer y nos dirigíamos a la habitación de Saori, pero me detuve lentamente. Midoriya asintió —. Si pregunta por mí, dile que no tardo.
— Entiendo — asintió —. Nos vemos al rato, Hawks.
— Sí.
Salí al patio, mirando la fuente que se encontraba a unos cuantos pasos de mí. El agua es limpia, pura y fría, como ella.
— Sin pensarlo... Íbamos a tener una familia — dije y me senté en la banca de mi lado derecho —. No entiendo cómo la vida se empeña en hacernos daño... No entiendo y jamás lo voy a entender...
¿Hay necesidad de maltratar tanto a una flor? Una flor tan linda, delicada... Una flor que apenas estaba comenzando a crecer.
Esa flor creció, sí, pero marchita con las raíces envenenadas y con infinidad de espinas. Espinas que fui capaz de tocar, y aún saliendo pinchado por su indiferencia, frialdad y orgullo, la seguía tocando para sanar las raíces y que los pétalos escarlata tuvieran ese rojo vivo pintado en ellos.
