13. Nostalgia

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Tal vez era mucho, pero ya estaba ahí. Recién salido de la ducha y frente al armario. Un par de pantalones y una camiseta son bastante aceptables. Es lo que debería usar. Pretende hacerlo, solo que luego de dar un sondeo sobre con cuáles se siente mejor, o se ve mejor. Prefiere no pensarlo.

Esos de cuadros que una vez le elogiaron bastante. Lucen cómodos y sueltos. Sería normal que los llevara en casa. Y si le agregaba una camiseta blanca lisa se veía aún más casual.

Perfecto.

O eso cree. De seguro algo puede estar fuera de lugar. Su cabello seguía húmedo y así era imposible de peinar. En los pies solo lleva unas simples pantuflas.

Y su rostro, desde que tuvo a Jungwon parece tener cinco años más. Hay unas cuantas manchas por ahí y unas ojeras incorregibles. También hay asomo de arrugas. A pesar su rutina diaria de cuidado de la piel, no ha podido luchar contra los signos de la edad a apenas el inicio de sus treinta.

Desviando su vista del espejo salió hacia la sala común encontrándose con la escena más linda que había visto en mucho tiempo.

Considera bonito cada momento qué pasa con su hijo, pero cuando lo ve con su otro padre siente que esos ojitos brillan más, entonces su corazón se estruja.

Jungwon sentado sobre Taehyun en una guerra de cosquillas, besitos y risas ignorando por completo el televisor prendido que en otras circunstancias hubiese pedido que apaguen. Esta vez solo se quedó observándolos en silencio. Lo parecidos que siempre han sido, en ingenio y físicamente. Los grandes ojos gatunos, la destreza al hablar, sus gustos por los deportes, lo mucho que comen sin engordar, sus rostros súper expresivos.

Es como si el destino hubiese sabido que uno se iría así que le dejaba la copia de este con algunos rasgos suyos. De Beomgyu solo había heredado el pelo negro, los labios finos y un poco de una actitud manipuladora de la que no se sentía muy orgulloso. Pero después todo era un recordatorio constante de su ex. Un lindo recordatorio.

—Creo que llegó el momento de hablar —dijo entrando por fin en la escena.

Taehyun paró de hacerle cosquillas al niño y este se abrazó a él sacándole una sonrisa. Miró a Beomgyu sentarse en el sillón individual frente a él vistiendo diferente y con el cabello evidentemente húmedo. Tan atractivo como le resulta siempre, incluso con aquel overall y zapatillas llenas de pintura lo reconocía. Pero sin dudas ese estilo despreocupado, pero elegante siempre le había fascinado, desde que eran unos simples universitarios e incluso cuando llevan meses divorciados.

—Wonie, vamos a tener una charla —llamó a su hijo que aún seguía colgado a él— ¿puedes sentarte solito? Papá está esperando por nosotros.

Jungwon le dedicó una sonrisa y tuvo que morderse los labios para no reír de ternura por la actitud intensa del niño.

—Jungwon —lo llamó Beomgyu ganándose su atención —¿a dónde fuiste hace unas horas?

Taehyun sintió al niño tensarse y luego ambos vieron cómo se tapó la boquita con ambas manos.

—Solo queremos saber dónde estabas, respóndele a Beomgyu.

—En donde... —lo siguiente que dijo no se entendió entonces Beomgyu tuvo que acercarse hasta agacharse frente al sofá para quedar a la altura del niño.

—No escuchamos bien, ¿puedes repetirlo?

—Donde se adoptan mascotas —dijo esta vez más claro—, cerca de la escuela. Pasamos por ahí todos los días. Hay una ventana gigante donde se ven muchos perritos y gatitos.

Todo doble | Taegyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora