48. Soportar y sonreír

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Solía decir que le gustaba contener a Beomgyu entre sus brazos. Incluso bromeaba con que esa era la razón por la que se saltaba las clases para ir tras él al parque. Y aunque estaba lo de oírlo tocar su vieja guitarra, ver su sonrisa pura y escuchar su voz, es cierto que abrazarlo era una de sus actividades favoritas porque la disfrutaba. Al menos eso hasta que tuvo que hacerlo mientras el cuerpo de Choi se estremecía en medio del llanto. Hasta que sintió como Beomgyu apretaba el puño tanto que sentía que iba a lastimarse la palma de la mano.

—Dulzura, vamos a comer algo —susurró no queriendo alterar más sus emociones.

La verdad es que no sabía lidiar con personas en luto. Aunque él había sido uno en el pasado, estaba muy lejos en su mente el recuerdo de haber perdido a alguien. Fue cuando sintió la responsabilidad de cuidar a Beomgyu que se lo volvió a plantear: ¿Qué hacía para que ser un lugar de refugio y no de las molestas personas que no parecen tener empatía? Habían llegado muchas de esas que se acercaban a la familia Choi, daban un frío pésame y luego sonreían porque se encontraron con alguien a quien hace mucho no veían.

Beomgyu había estado evitando a todas esas personas. Había estado evitando a todos, incluyendo a su propia familia. Taehyun fue el único que entró en la jaula con él. Realmente se coló temiendo una reacción peor, pero sorprendentemente este solo se refugió en sus brazos.

Una de las tías le dijo que era bueno dejarlo llorar todo lo que pudiera, pero debía procurar que se alimentara de alguna forma o su cuerpo podría resentirlo. Por lo que todo este tiempo se lo había pasado intentando que comieran algo. Incluso Jungwon lo intentó, le brindó a su padre un poco del yogurt que su tío Soobin había comprado para él, pero Beomgyu escondió su cabeza más y volvió a llorar.

Del otro lado, desde el punto de vista del enlutado, el acto más banal y paternal se sentía como un dedo en la yaga. Él también había ido a alimentar a su padre. Un par de horas antes de su último respiro incluso había sonreído hacia él. Le preguntó por Jungwon y cómo iba el trabajo. Su padre le apretó la mano mientras le decía que estaba agradecido de tener un hijo tan bonito y exitoso cuando Beomgyu no se creía ninguna de esas cosas.

Quiso decirle que echó a perder su matrimonio, que su trabajo lo hacía infeliz, que extrañaba Daegu cuando las cosas se ponían crudas en Seúl. Quiso pedirle perdón por no llamarlo más a menudo o no visitarlo con frecuencia; por no acompañarlo al hospital para asegurarse por sí mismo que su padre estaba bien. Quiso viajar en el tiempo al momento en que decidió irse de su ciudad para sanar aun cuando eso se traducía en que sus padres iban a volverse cada vez más viejos solos.

Mientras sostenía la foto de su padre al dirigir la marcha fúnebre, quería gritar, arrancarse la molesta corbata y correr al ataúd para que volviera con él.

Cuando la ceremonia acabó y todos se fueron, se quedó sin fuerzas para seguir conteniéndose. Encontró en Taehyun a la única persona que no lo hacía sentir la obligación de ser fuerte. Agradecía en medio su dolor a Soobin y Yeonjun por hacerse cargo de su hijo, porque él sabía que no podía ser un padre en ese momento. Solo quería ser un hijo con derecho a extrañar al hombre que lo cuidó toda su vida.

—Dulzura —oyó nuevamente el susurro de Taehyun.

—¿Puede ser solo un poco de sopa? —Vio que el rostro de Taehyun se iluminó y que rápidamente volvió a cambiar el semblante—. Sonríe, no pasa nada.

—Yo-, yo no iba a... lo siento.

Se acercó a Kang, sostuvo su rostro entre sus manos y sonrió levemente. La primera sonrisa que había dado en días. —Si sonríes me harás sentir mejor, como si el mundo realmente no se estuviera derrumbando.

Todo doble | Taegyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora