28. El día que se fue

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A Beomgyu se le hacen vívidos los recuerdos cuando el insomnio le gana al cansancio. Suele estar en su cama mirando hacia al techo o sentado en el pequeño sofá junto a la ventana que Taehyun colocó para leer. Y posiblemente ese simple mueble sea el que saca las memorias que le gustaría no tener tan presentes.

Ese día evitó cualquier reflejo suyo evitando a su vez cometer una locura. Jungwon estaba de vacaciones donde sus abuelos en Daegu y él tenía que lidiar también con la soledad. Por lo que sentado en el patio de la casa solo imaginó cómo serían las cosas si hiciera lo que las voces en su cabeza le decían.

Jungwon era lo suficientemente grande como para sentir su falta de manera más consciente, pero muy pequeño como para llegar a comprender la razón de lo sucedido.

De seguro Taehyun no la pasaría bien, y él siente que esa decisión deja de tener mucho sentido si va a causar algo tan grande después.

Soobin también lo pasaría mal y Yeonjun por igual.

Sus padres tienen un solo hijo del que decían estar muy orgulloso. Ese hijo era él, cargando con el peso de ser el único en la familia y no poder simplemente desaparecer.

Además, no le gustaría que su alma llegara al lugar incorrecto. Pasar tormento en la tierra y también en la eternidad no era específicamente su objetivo. Aunque los pensamientos permanecían allí.

Tampoco había comido nada en todo el día, por lo que ánimo no era algo que su cuerpo conociera en ese momento.

Taehyun llegó de su horario regular en el trabajo. Como siempre comenzó a desatarse el nudo de la corbata desde que puso un pie en casa. Buscó con la mirada a Beomgyu y al no percibir ningún ruido pensó que lo habrían llamado del trabajo.

La persona detrás de él lo llamó y recordó que no andaba solo. La hizo pasar ofreciéndole algo de beber y que tomara asiento en el sofá del salón. Buscó a su esposo en el cuarto, pero no estaba allí.

—Al parecer mi esposo salió así que no podré presentártelo —le dijo a la chica sentada en el sofá—. ¿Quieres trabajar en el comedor?

—Claro —contestó Im Misuk, su compañera de trabajo.

Pasaron un tiempo trabajando en un proyecto, hasta que llegó el tiempo de que la invitada se fuera. Ambos se pararon al mismo tiempo logrando que chocaran. Rieron por el accidentes y cuando estuvieron a punto de resbalarse Im Misuk estuvo a punto de caer siendo salvada por su compañero.

Beomgyu no vio toda la escena, tampoco se sintió traicionado, solo un poco celoso.

Los vio estar tan cerca. La mano de su esposo sujetando la cintura de una linda chica. A ella sentándole tan bien la ropa de oficina que parecía imposible. Como la escena de un drama donde el romance de oficina comienza a florecer, pero por exigencias de la trama ambos son tan bonitos que lastima a la vista.

Sabe que Taehyun no le haría eso. O al menos eso quiere creer. Si de repente se despertaba de haberse quedado dormido en el patio, entra y ve a su esposo sujetando la cintura de otra persona, lo más lógico es pensar lo peor. Pero él no quiere. De verdad lo está justificando mil veces en su cabeza antes de abrir la boca.

La mujer en su comedor puso una mano en el hombro de Taehyun y soltó una carcajada.

Su risa es tan linda como ella. O algo así pensó Beomgyu si es que se le podría llamar pensar. También su voz.

—Creo que debería irme —firme, pero coqueta.

Su voz en cambio era más grave y tranquila de lo que le gustaría. Hace mucho que perdió la costumbre de hablar con el acento de su pueblo así que ni siquiera es tan especial. Es como la de cualquier chico que vive en Seúl.

Todo doble | Taegyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora