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Leía con total tranquilidad en el sofá de la sala, la chimenea estaba a una temperatura perfecta, había silencio y tenía en mis manos un buen libro.

Después de un largo tiempo sintiéndome como un zombie andante, al fin me había logrado relajar y sentir cómodo.

Tanto así que sin darme cuenta me quedé dormido y esta vez muy plácidamente.

Desperté en el suelo de lo que parecía un bosque, un fuerte rayo de luz solar casi me deja totalmente ciego. Cuando me pude acostumbrar un poco a la luz me senté para tratar de saber donde carajos estaba, no tenía ni la más mínima idea de que era este lugar pero...

De hecho no estaba asustado, me transmitía una paz increíble que no había sentido antes y era como estar en el paraíso. Miré alrededor en busca de algo conocido tal vez.

Solo habían árboles de un color verde muy vibrante debido a la luz del atardecer que ahora los iluminaba, en el suelo habían flores de todos los colores, pero las predominantes de todas ellas eran los tulipanes blancos.

Una brisa fresca movía las ramas haciéndome cerrar los ojos para disfrutar de lo bien que se sentía este lugar.

No quería irme de aquí, eso seguro.

Me levanté observando a todas partes hasta que mi mirada se detuvo en una vista que además de hermosa me dejaba algo confundido.

Entre uno de los caminos de árboles, al fondo podía oír y ver las olas del mar, el sol brillaba intensamente en el agua haciéndola parecer mágica. Todo era tan pacífico hasta que mi mirada detectó la silueta de una persona, pero debido a los árboles se veía en negro por la sombra.

Curioso procedí a caminar hacia esa silueta, mientras más me acercaba notaba como miraba al mar y su cabello se movía con la brisa como si de una película se tratase, aún seguía sin poder verla nitidamente por la oscuridad pero estaba a tan solo unos poco metros de ella cuando oí un susurro.

Five...

¿Me estaban llamando?

Five...

Era algo muy extraño pero a pesar de oír susurros no podía grabarme su voz, era como si mi cerebro no procesará por completo el tono de voz de aquellas llamadas.

Entendía lo que decía pero no su voz.

Five...

Estaba casi seguro de que esos susurros venían de la persona frente a mí. Ya estaba literalmente detrás de esta y al levantar mi brazo para tocar su hombro y por fin ver quién era, un fuerte sonido me interrumpió.

Era una alarma.

Toda la paz se había ido al demonio y no entendía de donde venía ese irritante ruido hasta que desperté de golpe en el sofá oyendo la alarma de misión.

Maldije en todos los idiomas posibles para mis adentros mientras salía corriendo a mi habitación a cambiarme.

Cuando ya todos estuvimos listos, Pogo nos informó que estaban atacando una tienda de antigüedades muy importante en la ciudad. Al darme la ubicación, teletransporté a todos al lugar para terminar esto lo antes posible.

Con un salto espacial llegué al mostrador de la tienda, donde un hombre con un pasamontañas apuntaba al que supongo era el dueño del lugar con un arma mientras intentaba sacar con rapidez el dinero de la caja registradora.

—Gana tu propio dinero de manera honrada, holgazán —sonreí sarcástico.

El tipo me miró asustado, pero no le di tiempo de hablar cuando salté tras él y estampé fuertemente su cabeza contra la caja registradora.

El idiota cayó al piso inconsciente.

—Muchas gracias, muchacho —me agradeció muy asustado el señor.

—No hay de que, ahora salga para mantenerse a salvo —le señalé la puerta—. Mis compañeros y yo nos encargamos de los demás.

El hombre salió corriendo increíblemente rápido para su edad, en mi momento de distracción dos idiotas intentaron lanzarse sobre mí para atacarme.

—Lamentaran haber hecho eso —sonreí con malicia.



















—Lamentaran haber hecho eso —sonreí con malicia

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Caminaba por el lugar —que no era muy grande a decir verdad— observando los cuerpos inertes del grupo de bandalos. Me aseguraba de que no quedara ni uno en pie para irme de aquí cuanto antes.

Pero por alguna razón me giré sintiendo una especie de mirada sobre mi espalda.

En una estantería había una muñeca de porcelana muy bonita. Tenía un lindo vestido blanco de olanes, su cabello rizado estaba suelto y tenía dos moños blancos a los costados. Desde sus rodillas se dibujaban unas sandalias estilo romanas, supongo que para simular sus zapatos.

Era muy extraño pero me atraía de una forma hipnotizante, sus ojos brillantes me hacian sentir una conexión raramente familiar. Lo que me desconcertaba era que nunca había sentido nada así.

Iba a acercarme a admirarla más de cerca cuando el grito de Luther me interrumpió.

Gruñí irritado para luego teletransportarme a la entrada de la tienda donde todos me esperaban.

—De verdad les agradezco mucho chicos —habló con gentileza el dueño.

—No tiene que agradecer señor, es nuestro trabajo —le respondió Diego.

—Aun así, como muestra de gratitud les dejo tomar un objeto de la tienda totalmente gratis.

Todos nos miramos entre sí, no me dieron tiempo a reaccionar cuando mis hermanos, excepto Diego, caminaban por todo el lugar buscando algo de su agrado.

Observaba a todos que veían los raros objetos del lugar hasta que en mi cabeza una extraña idea se formó.

La muñeca.

𝐌𝐢 𝐌𝐮𝐧̃𝐞𝐜𝐚 // 𝐅𝐢𝐯𝐞 𝐇𝐚𝐫𝐠𝐫𝐞𝐞𝐯𝐞𝐬 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora