36

1.5K 144 18
                                    

[Rayita]

Entré sigilosa a la habitación de mi ojiverde favorito. Él estaba sentado en su escritorio concentrado en unos papeles.

Al oír mis pasos se volteó a mirarme.

—¿Qué hacías? —tenía todo el cabello revuelto y despeinado.

—Tenía que aprovechar que todos están dormidos para ir a la cocina.

—Sabes que no me gusta que hagas eso.

—Lo sé, pero últimamente tu familia anda mucho tiempo en casa y casi no puedo salir a merodear por ahí —hice una mueca de aburrimiento.

Él negó levemente con diversión y volvió a concentrarse en su trabajo.

—¿Qué haces? —me acerqué para asomarme por su hombro.

Habían muchas hojas con números por todas partes y rayones, todo era un desastre.

—Debo hacer unas cuentas, pero me estoy estresando un poco. Creo que es por el cansancio, no puedo pensar con mucha claridad.

Agarré un banquito y lo puse a su lado, me senté y lo miré con una sonrisa.

—¿Quieres ayuda?

—No es necesario, además esto no es fácil de comprender.

—Intentar no hace daño...

Dudó por unos segundos, le hice una carita de niña regañada, estoy segura de que hasta mis ojos brillaron.

Five suspiró rendido rodando los ojos, tomó una de las hojas que estaban en blanco y comenzó a escribir números como loco y con rapidez.

Me iba señalando cada cosa, yo trataba de seguirle el paso y prestarle la mayor atención posible. Lo explicaba muy rápido, como si no quisiera que entendiera una palabra de lo que estaba diciendo.

Si puedo ser honesta, solo entendí el procedimiento, pero todos esos términos y cosas que dijo sonaban como un idioma desconocido para mí.

—Y eso es, no es tan fácil.

—¿Es algo como esto?

Le quité su bolígrafo y comencé a seguir cada uno de los pasos que él había hecho hace unos momentos.

Sentía su pesada mirada sobre mí, pero yo estaba muy enfocada en no meter la pata.

Las matemáticas no eran de mis cosas favoritas pero cuando las entendías podía llegar a ser hasta divertido por sentirte inteligente.

Al tener un resultado se lo mostré buscando su reacción.

Sus ojos verdes se abrieron un montón de la sorpresa, examinó como tres veces la hoja mientras murmuraba algo inaudible.

Luego levantó la vista hacia mí con un gesto sorprendido.

—¿Cómo rayos hiciste eso?

—Tú me dijiste como debía hacerlo —me encogí de hombros.

—Wow... Ni mis mejores empleados...

Rei divertida por el tono impactado y conmocionado de su voz.

—No es que sea pan comido pero tampoco es tanto como para sacarte canas verdes.

—Retiro lo dicho, puedes ayudarme cuanto quieras —asintió rápidamente haciéndome reír otra vez.

Pronto ambos nos pusimos a concentrarnos en nuestro trabajo, cálculo que terminaba cálculo nuevo que llegaba.

Nos mantuvimos en silencio durante un rato. Si nos decíamos algo era breve, ya fuera para pedir otra hoja o para pedir una opinión.

Ya hasta nos estábamos quedando con poco espacio, el escritorio estaba repleto, sin hablar de su habitación.

𝐌𝐢 𝐌𝐮𝐧̃𝐞𝐜𝐚 // 𝐅𝐢𝐯𝐞 𝐇𝐚𝐫𝐠𝐫𝐞𝐞𝐯𝐞𝐬 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora