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[Omnisciente]

Al llegar a aquel lugar, Cinco le tapó con rapidez los ojos a ___.

—¿Qué haces?

—Espero que te guste... —susurró un poco nervioso por su reacción.

Contó hasta tres mentalmente y luego quitó sus manos.

La chica al ver aquel bosque abrió los ojos impresionada.

Era un bello lugar, había un lago de bellas aguas azules algo alejado de ellos, todo lo demás era pasto y flores, árboles frondosos y muy grandes.

El cielo estaba algo nublado pero era agradable a la vista.

Y a unos pocos metros de ellos había un monóptero muy hermoso, sus columnas estaban rodeadas por enredaderas coloridas y por hermosas flores blancas.

Sonrió ampliamente mirando todo encantada, sus ojos brillaban.

Cinco la veía esperando a que dijera algo, solo ver su reacción lo había hecho sonreír levemente.

—Esto es... Tan hermoso...

—Que bueno que te guste, traté de buscar un buen lugar.

—¿Por qué? —se veía desconcertada.

—Creí que sería lindo salir un rato, yo sé lo que es estar encerrado en esa academia todo el día.

—Muchas gracias... En serio...

Se miraron por unos segundos sonriéndose el uno al otro.

—Ven, aún hay algo por mostrarte.

El ojiverde se adelantó hasta llegar a la pequeña edificación, esperó con una sonrisa a ___ en la entrada.

Cuando ya estaba a su lado, este le señaló con su brazo y una leve reverencia lo que había dentro.

___ miró todo aun más asombrada.

Había una manta en el suelo con cojines, sobre ella habían dos platos, dos copas, una botella de vino y una canasta algo grande a un lado. También había una pequeña radio.

—Esto es increíble... No tengo palabras...

—En ese caso la comida te dejará totalmente muda entonces.

Cinco se sentó en uno de los cojines para empezar a sacar la comida de la canasta.

___ se sentó frente a él aún asimilando todo.

Cinco dejó una pizza frente a ellos, mientras cortaba un pedazo para ponerlo en el plato de la chica, ella lo miraba divertida.

—No me juzgues, no tenía ganas de cocinar.

Sirvió los trozos de pizza y luego sirvió un poco de vino en las copas, ambos las alzaron para brindar.

—Por tu retiro.

Chocaron las copas con una gran sonrisa.

Un rato después de comer y charlar amenamente mientras oían una agradable canción en la radio, un trueno se escuchó. Ahora el cielo se había puesto más blanco que antes.

—Carajo... Lo siento, no esperaba que lloviera.

—¿Bromeas? Amo la lluvia.

Unas cuantas gotas comenzaron a caer y poco después ya había comenzado la fuerte lluvia.

Ambos se encontraban en silencio admirando el paisaje y disfrutando del olor tan relajante de la lluvia y tierra mojada.

A la chica se le ocurrió una idea entonces.

𝐌𝐢 𝐌𝐮𝐧̃𝐞𝐜𝐚 // 𝐅𝐢𝐯𝐞 𝐇𝐚𝐫𝐠𝐫𝐞𝐞𝐯𝐞𝐬 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora