46

1.4K 119 26
                                    

[Omnisciente]

___ peinaba su cabello frente al espejo después de una relajante ducha.

Tarareaba una canción distraída cuando escuchó como la puerta de la habitación se cerraba. Miró de reojo y se encontró a Cinco apoyado de la puerta mirándola.

Estaba totalmente serio.

—¿Y a ti que te pasó? —soltó una risita—. ¿Por qué esa cara? ¿Tuviste un mal día en el trabajo?

—No tengo nada —respondió cortante sin dejar de mirarla.

Tenía la mandíbula tensa y apretaba uno de sus puños. A la chica le pareció extraño, pero se mantuvo con su buena actitud.

—Ya sé, ¿Klaus te estaba molestando con sus típicas bromas? —rio suavemente recordando las ocurrencias del de rizos.

Pero el chico ni se inmutó, solo se quedó en silencio.

—¿Fue Diego? ¿Diego está metiéndose contigo de nuevo? Podría darle otro susto como el de la otra vez —sugirió burlona.

Pero ninguna reacción o respuesta vino del ojiverde. ___ se quedó confundida mientras borraba ligeramente su sonrisa.

—¿Ocurre algo?

—¿Por qué no me lo dijiste?

Una idea llegó a su mente pero trató de ignorarla.

—¿Qué cosa?

—¿Cuándo me lo ibas a decir?

Ella soltó una risita nerviosa—No sé de que hablas.

La chica siguió peinando su cabello para disimular el miedo que ahora crecía en su pecho.

Cinco se fue acercando a ella a paso lento, no despegaba su mirada ni por un segundo, su presencia se estaba volviendo tan amenazante como cuando se conocieron.

Al quedar a su lado, ella trató de evitar hacer contacto visual con él. Pero el ojiverde notó algo más, algo que se supone que no debía ver.

La bata de baño que ___ llevaba había resbalado un poco de su hombro, dejando ver algo extraño.

Una línea gris sobresalía en su piel.

—Déjame ver —demandó tajante.

—¿Disculpa? —se abrazó avergonzada.

—Déjame ver que tienes ahí.

—No puedes obligarme a mostrarte algo si no quiero.

Cinco rodó los ojos y la tomó del brazo, la chica trató de forcejear para que no se acercara.

Pero en un movimiento rápido, el ojiverde bajó un poco más la bata de su hombro y pudo entender lo que estaba sucediendo.

Sus ojos casi se salen de sus órbitas al notar aquellas ramificaciones de grietas.

Todo rastro de enojo se había esfumado para darle paso a la preocupación.

—¿Y esto?

—No es nada —se cubrió el hombro incómoda.

—Sí, sí es algo. Se supone que no puedes enfermarte ni estas cosas pueden pasarte.

Ella solo evitó su mirada de reproche y se mantuvo callada.

—¿Cuándo ibas a decírmelo? O mejor dicho, ¿Siquiera pensabas hacerlo?

Cabizbaja negó lentamente, Cinco soltó una risa incrédula y sin gracia.

𝐌𝐢 𝐌𝐮𝐧̃𝐞𝐜𝐚 // 𝐅𝐢𝐯𝐞 𝐇𝐚𝐫𝐠𝐫𝐞𝐞𝐯𝐞𝐬 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora