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[Omnisciente]

Un fuerte estruendo —provocado por el portazo del ojiverde—sonó dándole un pequeño susto a la chica, quien preparaba una bandeja sobre el escritorio.

Él se veía lo que le sigue de furioso, estaba rojo y daba vueltas en círculos como loco poniéndose las manos a la cabeza.

Con cierta cautela la chica se acercó un poco, no tan cerca pero lo suficiente como para evitar su muerte.

—¿Qué ocurrió? —preguntó con un tono tembloroso.

—No creo que eso te incumba —le habló entre dientes de forma amenazante.

Un día pesado de trabajo era suficiente para que el chico se pusiera de los mil demonios, una reunión había salido mal por culpa de un principiante y ya se imaginarán como se puso.

Una oportunidad bastante importante para la empresa estaba probablemente perdida por culpa de un idiota que metió la pata.

—¿Quieres un café? Eso puede ayudarte a relajarte —le ofreció tomando la bandeja.

—No quiero nada... Y mucho menos viniendo de ti, así que ¿Por qué no desapareces de una maldita vez?

Una opresión apareció en el pecho de la chica al oír las palabras de Cinco salir con tanto odio. Pero tratando de ignorar aquel sentimiento se acercó un poco más.

—Toma el café, te ayudará —trató de sonreír tranquilizadora.

—Te dije que me dejes en paz —pronunció despectivo sin mirarla.

—¿Quieres hablar de eso? Tal vez funcione para calmarte.

—¡¿No lo entiendes?! —gritó de repente haciéndola sobresaltar—. ¡Solo sabes estorbarme! ¡Pareces un maldito obstáculo en mi camino! —su rostro enrojecía cada vez más de la furia—. ¡Apártate de una buena vez de mi vida o no responderé!

Un crujido se oyó.

Bueno, uno que solo la chica fue capaz de oír.

Su corazón se rompía poco a poco al terminar de procesar las palabras del ojiverde. ¿Qué había hecho ella para merecer esos tratos de su parte? Había intentado todo para ser amable y gentil con él, ¿Por qué la trataba así si desde un principio era su mejor amiga?

—Pero, Five—intentó decir con lágrimas amenazando salir de sus ojos, pero algo la interrumpió más rápido.

Más específicamente un fuerte golpe y luego algo rompiéndose.

Ambos dirigieron la vista al suelo donde ahora yacía aquella bandeja.

La taza estaba rota junto al plato, el café se había esparcido por todo el suelo y un sándwich de lo que parecían ser malvaviscos con mantequilla de maní ahora estaba arruinado.

Una gota se unió al charco del suelo.

Una lágrima.

La detonante de las que ya no se podían contener.

Cinco se quedó analizando el resultado de su impulsividad al haber tirado la bandeja, se sentía solo un poco arrepentido, pero no lo suficiente como para preocuparse mucho por lo sucedido.

—¿Qué hice? —un hilo de voz lo atrajo de nuevo a la realidad.

—¿Qué?

—¿Qué hice para que me odiarás tanto?

___ levantó la cabeza dejando a Cinco mirar como las lágrimas enrojecían sus mejillas. Al ver sus ojos quedó algo confundido, se veían tan deprimentes y apagados.

𝐌𝐢 𝐌𝐮𝐧̃𝐞𝐜𝐚 // 𝐅𝐢𝐯𝐞 𝐇𝐚𝐫𝐠𝐫𝐞𝐞𝐯𝐞𝐬 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora