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Terminaba de revisar unos documentos en el escritorio de mi cuarto cuando sentí una mirada sobre mí.

Levanté la mirada encontrándome con la de la muñeca. Me dió algo de curiosidad así que la tomé para admirarla mejor.

Su vestido de seda a pesar de los años se veía impecable, sus rizos estaban perfectamente hechos y suaves. Sus mejillas tenían algo de rubor en ellas simulando un leve sonrojo, que admitía, me parecía algo tierno.

Sonreí mirándola hasta que me percaté de una etiqueta en la parte de atrás de su vestido. En ella había un nombre grabado en cursivas.

—___ —susurré.

Le di la vuelta para mirarla a los ojos.

—Así que te llamas ___ —le sonreí—. Es un lindo nombre.

—...

—¿Mi nombre? —me señalé—, bueno, me llamo Cinco Hargreeves, es un placer señorita.

—...

Reí levemente.

—Sí, es algo extraño, pero culpa a mi padre. Aunque no me quejo, mi nombre es único y eso me gusta.

—...

—¿Qué te cuente de mí? —alcé las cejas sorprendido—¿Por donde empiezo? Ponte cómoda.

La senté sobre una pila de libros mirando hacia mí, las siguientes horas fueron risas y pláticas con ___ hasta que tuve que bajar a cenar.

Pero debo admitir que me divertía con ella, era como si pudiese entender cada cosa que le decía y eso me hacía sentir sorprendentemente menos solo.




































Pero debo admitir que me divertía con ella, era como si pudiese entender cada cosa que le decía y eso me hacía sentir sorprendentemente menos solo

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Ya habían pasado unas semanas desde que ___ había llegado a mi vida, no me arrepentía en lo absoluto de haberla traído conmigo. Al fin me empezaba a sentir entendido y comprendido por alguien, aun así no fuera una persona.

Esa linda muñequita era mi confidente.

Era raro pero cuando la tenía a mi lado sentía una confianza de poder contarle cualquier cosa, se había convertido en mi pequeña cómplice. Hablaba con ella de mis secretos, sentimientos o quejas y ella me escuchaba sin rechistar o interrumpir.

Hablaba con ella de como me había ido en el día cuando Lila entró en mi habitación sin tocar, parándose en el marco de la puerta. Se veía algo confusa.

—Cinco, ¿Con quién hablas?

—Con ___, obviamente.

—¿___? Pero no hay nadie aquí.

𝐌𝐢 𝐌𝐮𝐧̃𝐞𝐜𝐚 // 𝐅𝐢𝐯𝐞 𝐇𝐚𝐫𝐠𝐫𝐞𝐞𝐯𝐞𝐬 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora