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[Cinco]

Subía pesadamente las escaleras como si un pie le pidiera permiso al otro para caminar. Estaba tensado totalmente y mis ojos pesaban.

⟨Si tuviera mi edad mental estaría en un maldito asilo o el cansancio me mataría⟩

Abrí la puerta de mi habitación encontrándome con ___ sentada en el pequeño sofá junto a la ventana.

Tenía su mirada perdida en el cielo, supongo que admiraba las estrellas, hoy había una linda noche estrellada.

Al oírme llegar se volteó expectante.

—Estaba preocupada por ti.

—No tienes porque, no soy nada tuyo.

Había pasado el día entero en la oficina y ahora lo que menos necesitaba era un dolor de cabeza más.

—¿Estás bien?

—No te interesa.

—Claro que sí, sino no preguntaría.

Me quité el saco con brusquedad para luego proceder a hacer lo mismo con la corbata mientras la miraba lo más neutro posible.

—¿Por qué sigues aquí? Los muñecos no fastidian a sus dueños a menos de que estén embrujados.

—Que estés enojado no significa que puedas desquitarte conmigo.

—Entonces cállate si no quieres provocarme más.

No dijo nada más, podía ver algo de decepción en sus ojos que ahora miraban a la ventana nuevamente.

Iba a acercarme a mi armario para tomar ropa limpia y darme una relajante ducha cuando su voz se hizo presente de nuevo:

—Todos tienen días malos.

Me giré confuso hacia ella pero solo seguía admirando el cielo.

—¿Qué?

—Está bien no tener un día genial todo el tiempo, a veces necesitamos nuestros malos momentos.

—¿Por qué necesitarías malos momentos?

—Para reflexionar.

—¿Me vas a dar una charla motivacional barata?

—¿Sabías que dicen que es malo contarle tus secretos y problemas a la luna?

—¿Qué tiene que ver con lo anterior?

—Yo nunca lo creí —ignoró olímpicamente mi comentario—. Desde muy pequeña, cada noche sin falta me sentaba en el borde de la ventana y hablaba con ella.

—Esa es una manera de tapar el hecho de que no tuvieras amigos.

—No creo que tú puedas decirme mucho.

Me quedé en silencio.

¿Para que amigos si tengo hermanos? Se equivocaba, además no necesitaba amigos, estaba perfectamente solo y justo ella venía a arruinarlo.

—Así fuera lo más tonto o simple del mundo se lo contaba, sentía que podía escucharme como si fuera mi mejor amiga. Cuando me sucedió esto —se señaló de arriba a abajo—, no pude verla más a menos de que me escondiera, pero no era lo mismo... La extrañaba...

Di pasos lentos hacia la ventana, pude ver una hermosa luna llena con una manta de estrellas a su alrededor.

—¿Te gusta ver las estrellas? —preguntó con una dulce sonrisa.

—¿Mhm?

—Te he visto algunas noches quedarte en la ventana por horas admirando el cielo. Más específicamente en la noche.

𝐌𝐢 𝐌𝐮𝐧̃𝐞𝐜𝐚 // 𝐅𝐢𝐯𝐞 𝐇𝐚𝐫𝐠𝐫𝐞𝐞𝐯𝐞𝐬 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora