Capitulo 7.

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Capítulo 7:

El motor de la camioneta se apaga frente al imponente edificio donde resido. Henry y yo esperamos dentro del vehículo mientras aguardamos la llegada de su chofer, quien aún no ha llegado.

—Bonito lugar —comenta Henry, desviando su atención hacia el exterior antes de sumergirse en su teléfono móvil.

—Sí, gracias —respondo, aunque mi residencia en este lujoso complejo se debe a años de arduo trabajo.

Dudo si invitarlo a subir. Estoy consciente de mi estado un tanto pasada de copas, y no sé si sería apropiado.

—¿Quiere subir mientras esperamos? —le ofrezco, tomando mi pequeña cartera y abriendo la puerta de la camioneta. Henry me observa por un momento antes de asentir.

—Sí.

Apaga el motor y juntos nos dirigimos al edificio. Es imponente, con un vestíbulo elegante que refleja el estilo de vida que he logrado con esfuerzo. Subimos en el ascensor hasta el piso quince, donde mi departamento nos espera.

El trayecto en el elevador es silencioso, y me veo reflejada en los numerosos espejos que rodean el interior. La mirada intensa de Henry me hace sentir más nerviosa de lo que ya estoy.

Cuando las puertas del ascensor se abren, caminamos por el pasillo hasta llegar a mi puerta. La abro con mis llaves y entramos al apartamento. Todo está ordenado y cuidadosamente decorado, reflejando mi gusto por lo estético y minimalista. Me quito las botas y los dejo junto a la puerta.

—Este es mi momento favorito del día —susurro, cerrando los ojos para disfrutar de la sensación de liberación. Henry sonríe y dirige su atención a mis pies.

—Pareces ser una profesional en esos —comenta con voz profunda y una sonrisa pícara.

—Oh, créeme que lo soy en todo el sentido de la palabra —respondo con una sonrisa juguetona—. ¿Le gustaría algo de beber? Tengo vino, whisky, vodka, champaña, soda, jugos, agua, limonada...

—Una botella de agua.

Bufé mientras me dirijo a la nevera en busca de la botella solicitada.

—Qué aburrido eres, jefe —bromeo. La combinación entre el alcohol y yo nunca ha sido la mejor combinación.

Escucho su risa resonando en la sala.

—Estoy bajo unos medicamentos naturales, no puedo arruinar su efecto con alcohol, pero la próxima vez yo invito.

Me siento frente a él en la sala y le tiendo la botella de agua.

—Le agradezco por haber ido a buscarme.

—Claro, ya me debes tres —responde, cruzando una pierna sobre la otra y recostándose en el sillón, desprendiendo un aura de sensualidad aún más irresistible. Dios mío...

¿Que se sentiría estar encima de él brincando en su polla, toda mojada mientras me habla sucio en Alemán?

Dios mío, ¡qué pensamientos tan inapropiados! Culpo al maldito alcohol por desatar mi imaginación. Trago hondo y me sonrojo, maldiciéndome mil veces por pensar en eso, mientras Henry me mira con una sonrisa enigmática, como si pudiera leer mi mente.

MC | Complaciendo al Magnate © (18+) ¡María Del Mar! (NUEVA EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora