Capítulo 23:
Los rayos del sol se filtran por la ventana, mientras el sonido estridente de la alarma de mi celular rompe el silencio de la mañana a las seis en punto. Al abrir los ojos, me encuentro con mi jefe recostado a mi lado, una sonrisa juguetona bailando en sus labios, aparentemente ignorando el ruido insistente de la alarma.
Cuando finalmente abre los ojos, su mirada se encuentra con la mía, y una sonrisa cómplice se dibuja en su rostro. Se acerca lentamente, tomando mi mandíbula con delicadeza entre sus dedos. Nuestros labios se encuentran en un beso suave y apasionado, perdiéndonos en la intimidad del momento.
Cierro los ojos, entregándome por completo al placer del instante, mientras mis manos acarician su rostro, acercándolo aún más hacia mí. Mi lengua se desliza con suavidad sobre sus labios, explorando cada recoveco con pasión y deseo, mientras siento su erección palpitar entre mis piernas.
—Fóllame —susurro entre gemidos, moviéndome sensualmente sobre él, sintiendo el roce de su miembro contra mi clítoris. Siento cómo su mano se aferra a mi cabello con fuerza, intensificando mi excitación con su gesto dominante.
Con determinación, levanto mi pelvis y coloco el preservativo con destreza, sintiendo su mirada intensa clavada en mí en todo momento. Tomo su miembro entre mis dedos y lo guío hacia mi entrada, deslizándolo lentamente hacia mi interior. Un gemido ahogado escapa de mis labios cuando lo siento llenándome por completo, y comienzo a moverme sobre él con movimientos lentos y sensuales, antes de aumentar el ritmo gradualmente.
Observo sus pupilas dilatadas, el deseo ardiente en sus ojos, reflejado en la dilatación de sus pupilas y el tenso músculo de su mandíbula. Cuando comienzo a realizar movimientos más bruscos, más salvajes, se escuchan los sonidos vaginales por la entrada y salida del aire que genera el roce de su miembro y mi feminidad.
—Sigue así, pequeña, no pares. Me encanta sentir cómo te mueves sobre mi polla —susurra con voz ronca.
Sus comentarios avivan aún más el fuego en mi interior, y me muevo con mayor intensidad sobre él, entregándome por completo al placer del momento. Siento cómo su mirada ardiente me quema la piel mientras se deleita con el espectáculo de mis movimientos sobre él. Estoy al borde del orgasmo, cada gemido y cada caricia de sus labios en mis pechos me empujan más cerca del precipicio del éxtasis.
—Dios mío, estoy a punto de correrme sobre tu dura polla —grito, sintiendo cómo las sensaciones abrumadoras me inundan por completo. Me inclino hacia él y muerdo su cuello con ferocidad, mientras continúo moviéndome con frenesí sobre su miembro.
Con sus manos firmes en mis caderas, me ayuda a mantener el ritmo, notando mi incapacidad para detenerme. Lame su pulgar y lo desliza hasta mi clítoris, comenzando a masajearlo con habilidad mientras sostiene mi mirada con la suya.
—Entonces, déjate llevar —susurra, y arqueo mi espalda hacia atrás, dejando que las olas del placer me envuelvan por completo. Siento cómo me corro alrededor de su polla, entregándome al éxtasis en un torrente de sensaciones abrumadoras.
—Te ves increíble tomando toda mi polla —jadea, aferrando mis caderas con fuerza y profundizando su penetración. —Podría contemplarte así todo el día —murmura, apretando mis nalgas y dejando sus marcas en mi piel. Lo siento tensarse bajo mí, su respiración entrecortada y sus ojos cerrándose mientras alcanza su propio clímax, sincronizado perfectamente con el mío.
Me recuesto sobre él, nuestras respiraciones entrecortadas se mezclan en el aire. Mis labios encuentran su cuello y sus dedos trazan con suavidad el contorno de mi mandíbula, provocando escalofríos de deseo en mi piel. Nos entregamos a un beso urgente y apasionado, donde nuestras lenguas se entrelazan hasta que nos separamos, ambos sin aliento.
ESTÁS LEYENDO
MC | Complaciendo al Magnate © (18+) ¡María Del Mar! (NUEVA EDICIÓN)
Romansa[COMPLETADA] ¿Qué puede ser más peligroso que la satisfacción y el poder? ¿ El amor y la desilusión? ¿El negocio mezclado con el placer? Henry Ivanov, un atractivo magnate Alemán, describe a Caroline Collins como una mujer hermosa, segura de sí mism...