14. Muerdago

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La casa de la familia Redruejo no era muy grande, solo constaba de 2 habitaciones, una era de Pedro y Ana y la segunda de las hermanas, Aida y Aroa.... Corazón grande, hogar pequeño.
Lucia se quedó a dormir en la habitación de las hermanitas pero en la cama de Aroa, así la invitada descansaría mejor y como se debe, según la opinión de los dueños de casa.

Aida estaba enojada con sus padres por haber interferido en sus planes, ella quería acostarse al lado de la chica que le gustaba, sentir su aroma, su piel, su respiración.... Todo en Lucia era embriagador, pero se tuvo que conformar con dormir con Aroa que la pateaba cada 5 minutos.

La amada de Eros no apartaba su mirada de la cama continua donde la Diosa estaba "durmiendo". A pesar de la oscuridad, Aida podía ver que la respiración de Lucia había cambiado, pero no era así, solo lo estaba simulando, ya que los pensamientos e inquietud de su "mía" le hacían difícil la tarea de conciliar el sueño.

"Joder que hermosa ¿Por qué eres tan guapa Lu?... Guapa y misteriosa ¿por qué siento que me ocultas algo? Si es así, espero que algún día me lo cuentes".

Sin soportar más la lejanía, Aida se levantó lentamente de la cama sin hacer ruido para no despertar a Aroa. Al llegar, observó a Lucia durmiendo con un brazo encima de su torso y el otro apoyado a un lado. La luz de la luna, que entraba por la ventana, se posaba justo en ella, se veía hermosa, radiante y transmitía paz.
Caminó hacia la parte frontal de la cama y se subió intentando no hacer mucho ruido ni movimiento y se recostó a un lado de la chica, aspiró profundamente su exquisito aroma tan peculiar y sin darse cuenta cayó en los brazos de Morfeo.

"Mi amada "mía" no sabes cuánto te esperé. Postro mi reino a tus pies Aida Redruejo".

Al siguiente día, Ana como todas las mañanas entró a la habitación de sus hijas para despertarlas a tomar el desayuno en familia. Esta ves se llevó una sorpresa, aunque por las miradas que le dedicaba en la cena de ayer su hija mayor a la invitada, se lo esperaba.

Aroa, como siempre, estaba totalmente "desparramada" en la cama, sola.
Aida se encontraba en la cama continua, su pierna y brazo derecho reposaban encima del cuerpo de Lucia, quien mantuvo la misma posición toda la noche.

"Joder Aida ¿Podrías ser menos obvia hija?. Pensó Ana al ver aquella postura por parte de su primogénita, sabía que Lucia era su primer "amor" y a primera vista.

- ¡CHICAS, A DESAYUNAR!.- grito a propósito generando que Aida le diera una patada a Lucia. 

- Ostia.- Dijo la Diosa algo asustada por lo que acababa de pasar, giro en el aire y al caer al suelo tomó una posición de ataque tan rápido que todas se le quedaron mirando algo.... No, bastante asombradas.

- Joder Lu.- Le dijo Aida que aun mantenía su mirada de extrañeza e impacto.- Lo...lamento.- habló entrecortada.

"¿Cómo hizo eso? Fue demasiado... rápida".

- Em... no, no pasa nada Aidi.

Ana decidió ignorarlo, Lucia era Tenista de seguro tenía buenos reflejos. — ¿QUÉ HACES EN LA CAMA DE LUCIA, AIDA REDRUEJO GRANADO?

"Piensa algo inteligente, piensa algo inteligente".

- Em...No quería que pasara frío, así que ¿Le... di... mi... calor corporal?.- Le mostró una sonrisa dejando ver sus dientes.

- Gilipollas ¿Donde están tus putas neuronas hermanita?.- Le dijo burlonamente Aroa.- ¿No se te pudo ocurrir algo mejor?.

- Callate Aroa.

- No hicimos nada Ana se lo prometo por Poseidon. - Dijo Lucia ganándose una burla de Aroa.

- No pasa nada hija. Vamos a desayunar.- Sale del cuarto dejando a las tres chicas.

La amada del Gran Caos [AiLu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora