39. La Marca de Eros

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"Lu".

Aida no lo podía creer, el amor de su vida había desaparecido para mezclarse con el cosmos por la eternidad y ella no lo vió, no pudo despedirse.

Los gritos desgarradores de Gabriela alertaron a la familia real quienes al llegar a los aposentos y ver que la amada del Gran Caos no estaba, rompieron en llanto.

Las esperanzas se desvanecieron como las estrellas viejas del firmamento. Lucia ya no regresaría, su alma ahora descansaba en los brazos de la fuente creadora y su cuerpo material se unió a las partículas de las constelaciones del Universo.

La nueva Diosa necesitaba estar sola... sola con su sufrimiento. La marca quemaba horrible, pero debía aprender a vivir con ello, su creadora ya no existía.

- Deseo estar sola, regresaré.- Les dijo a su nueva familia, pero ninguno le dió alguna señal que la habían escuchado así que desapareció sin más.

Se transportó a la fuente y de ahí a su lugar seguro, su bosque mágico, el que presenció los mejores momentos al lado de su amada.

Al llegar se sentó en la laguna, aquel lugar le traía recuerdos de lo que pasó. Desearía tener el poder para retroceder el tiempo y enmendar su error, pero no podía, tendría que aceptarlo... aceptar que su primer amor ya no existía.

Mientras observaba el brillo del agua, escuchó un gran ruido a lo lejos, levantó la mirada y vio que el caballo alado color negro de Lucia venía volando hacía ella: Pegasus Buckbeak.

"Se a ido". Pensó.

Volvió a concentrar su mirada en la laguna, podía ver el fondo claramente, los peces nadando de un lado hacia el otro, las algas moviéndose con el agua, era una armonía perfecta, una armonía celestial, una armonía que anhelaba pero que no tenía ni tendría jamás.

Escuchó un latido, un latido que mantenía una sonata única.

"Lu".

Cerró los ojos para escucharla una ves más, de seguro su ser se lo estaba imaginando o era el fantasma de su novia despidiéndose de ella ¿Qué importaba? Era el latido hermoso y celestial que extrañaba con desesperación.

"Aidi". Escuchó esa voz tan hermosa, esa voz que tan solo al escucharla enloquecía sus sentidos, su corazón, su ser. Pero estaba en su cabeza, que cruel podía ser la mente cuando se lo proponía.

Sintió unas manos cálidas tocar su hombro, apretó más sus ojos para que aquello tan hermoso no se espumara al abrirlos y volver a la triste realidad. Su cuerpo se estremeció, cada fibra de su piel reaccionó al tacto y su marca ardió con mayor intensidad ¿Cuál era el fin?.

- Aiduski.

La ilusión se estaba haciendo más concisa, ahora su voz se escuchaba fuera de su cabeza, ese tono que la hacía reaccionar de una manera única, el tono de su amada Diosa, Lucia.

"¿Por qué me martirizas de esta manera? Amor de mi vida, Ve en paz mi corazón te pertenecerá para la eternidad. Fuisteis y serás la historia más bonita que el destino escribió en mi vida Lu". Pensó pero no bastó para su marca. Sentía que esta se irradiaba a todo su cuerpo, se quemaba internamente y no lo podía controlar, la marca reclamaba la presencia de su creadora, pero esta ya no existía en ningún mundo.

De un momento a otro sintió unos suaves labios sobre los suyos.

"Bendita imaginación". Pensó.

No abrió los ojos, no permitiría que esa ilusión se acabara, sabía que era la boca de quién en vida fue su novia, su primer y único amor.
Era un beso tierno, cariñoso, tímido y demasiado corto pero ¿Qué más le podía pedir a su subconsciente?. Fue tanto su poder mental, que incluso su marca se lo creyó ya que disminuyó su ardor.

La amada del Gran Caos [AiLu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora