52. Trauma

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- ¡La encontró, la trae al Olimpo!.- Informó alegremente Aida.

- ¡Gracias Caos!.- Exclamó Carmela y Sofia.

- Le diré a padre y prepararé todo para que la reciban en sus aposentos.- Dijo la pequeña Diosa y desapareció.

Aroa se llevó las manos a su pecho y cerró los ojos. — Gracias. — Susurró. Luego miró a la reina. — Necesito verla cuando llegue por favor. — Le suplicó.

Carmela se paró frente a la humana y tomó ambas manos. — ¡AROA, TE CONCEDO EL TÍTULO DE NOBLEZA. ERES BIENVENIDA EN PALACIO Y SOBRE TODO AL OLIMPO, TU HOGAR. ES UNA ORDEN CÓSMICA!. — Le plasmo en la piel de la muñeca una pequeña marca dorada en forma de infinito, aquello era signo de pertenecer a la familia real.

- Gracias reina.- Le dijo la chica haciendo una reverencia, pero la Gran Okwami la abrazó.

- Dime Carmela y no debes ser tan cordial ¿vale?.

- Vale.

- Carmela ¿cómo puedo hacer para aumentar el tamaño de Aroa?.

- Mm... Hay una forma, pero... es complejo y mi hija, que a sido la última Diosa en usarlo, se debilitó bastante.

- La Bicorporiedad.- Señaló la amada de Eros.

- ¡No, no, no... esa cosa no Aida!, Lucia se puso muy mal al usar eso, no quiero verte así.- Dijo Aroa.- Puedo estar a su lado de este tamaño, no pasa nada.

- Te podrían pisar, pava. A Lu la debilitó porque lo usó más de una semana conmigo y por ese estúpido anillo.

- Como comparten sangre y genes, creo que sí podrías usar la Bicorporiedad en ella.- Aportó Carmela.- No pasaría nada.

- No, no quiero.- Dijo la chica y se cruzó de brazos.- ¡No!.

- Serán unos días hasta que Gabi este bien ¿vale?.

- ¡No!.

Aida había estudiado aquella magia tan compleja, darle inmortalidad temporal a otro o poder sobrenatural a un Alfa era necesario y sobre todo para los tiempos que estaban viviendo. Sabía qué hacer y cómo iniciarlo.

Mientras su hermana seguía reclamando y diciendo que "No", se concentró e irradió su poder, imaginando ha Aroa envuelta en una burbuja, junto a ella.

"¿Qué estás haciendo Aidi?". Escuchó de repente la voz de Lucia.

"Nada".

"No lo hagas, no".

- Aida me...me siento rara.- Aroa comenzó a escuchar mil voces y sonidos, sus ojos veían hasta el más mínimo detalle. Se sentía fuerte e indestructible.- ¿Qué...qué me pasa?.- Se llevó las palmas de las manos a sus oídos instintivamente y presionó fuerte, era mucho ruido y se estaba agobiando.

Aida llevó su mano a la coronilla de la chica y comenzó a entregarle pases de paz. — Aroa, tranquila. Escúchame, solo concentrate en mi voz. En tu interior tienes dos colores: verde y lila. Solo ocuparás el verde, espárcelo por todo tu cuerpo y aumentarás de tamaño.

La humana se demoró un tiempo tratando de calmarse y controlar su energía.
Luego de unas Kitas lo consiguió y fue aumentando poco a poco su tamaño.

- Bien. Te mantendrás de este porte mientras estes en el Olimpo, es lo único que usarás ¿vale?. Así me ayudas a mí.

- ¡Madremia! Claro.- Dijo en tono alegre, estaba feliz de haberlo conseguido.

Fueron a los aposentos de Gabriela. No llegaban todavía, pero Aroa aprovechó la oportunidad de observar a detalle el cuarto de la Beta. Aún no la conocía muy bien, pero aquella habitación olía a ella y se notaba que estaba decorada a su gusto.

La amada del Gran Caos [AiLu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora