23 | Y nosotros

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23 | Y nosotros


Diego

— ¿Yo qué? — pregunté confundido cuando escuché a todos murmurar mi nombre.

No se me pasó por alto la figura de Julia, y me tensé de arriba a abajo.

— Tu vas a salvar las fiesta.

Parpadee. Fruncí el ceño y negué leve con la cabeza automáticamente, repasando las caras de todos.

Me quedé unos segundos confundido mirando a todos los qué tenían la vista clavada en mi.

— ¿Qué decís? — levante las manos, preguntando.

Julia acercó un papel hacía mi, y lo cogí.

Antes de enterarme yo mismo de lo que estaba leyendo Beatriz me lo estaba redactando todo por detrás.

— ¿Diez mil euros? — pregunté, incrédulo.

— Diego, es la oportunidad perfecta para salir de este aprieto con las fiestas — musitó Beatriz por lo bajo.

— No ganamos ni de coña — negué con la cabeza mirando el papel.

— Puedes intentarlo —Marta me miró con la esperanza en los ojos.

— No, no. Esto es mucho compromiso — dejé el papel en la mesa.

Se escucharon muchos murmullos de decepción a mi alrededor.

— Es plantarte allí y hacer lo que siempre haces — me animó Rodrigo.

— Tú y la guitarra — Marta seguía esperanzada, juntó las palmas para suplicar.

Volví a pasar la mirada por todos.

— No, no. Es mucho peso, no voy a llegar a pasar y nos quedaremos sin dinero igual — negué con la cabeza, con el ceño fruncido —. Además, tendría que componer algo nuevo... y... no...

— ¡Yo te ayudo! — exclamó Vera, apareció por detrás.

— ¡Si no sabes de lo que estamos hablando! — saltó Sara.

— Si escuchó la palabra componer me uno al carro — dijo, sonrió con ironía hacía Sara.

— ¿Has compuesto antes?

— No. Pero ayudaré a Diego — sonrió y levantó la ceja.

— Ya... bueno... es que no he dicho que lo vaya a hacer.

— ¿Hacer el qué?

Sara le explicó a Vera — algo cabreada — que era eso a lo que se había unido sin tener ni idea.

Me senté para procesar todo, y Pablo me invitó a una cerveza. Según él para que me lo pensará dos veces y lo acompañará con la cerveza.

Julia y Marta se fueron al pequeño salón de actos del pueblo a por el cuaderno de las cuentas.

No puedo negar la tensión que liberé cuando mi campo de visión no la alcanzaba. Seguía con una sensación extraña después de toda la información que supe de golpe.

Yo lo quise así, pero no sabía a toda la información que me enfrentaba.

Ni siquiera eran recuerdos, yo no recordaba todo eso. Tenía lagunas y leves sensaciones, pero ese mismo año Vera me las desmintió todas.

Según ella, esa noche nos besamos durante unos segundos. Yo no supe desmentir, por qué no me acordaba, pero quise dejarlo pasar. Si así fuera, no volvería a ocurrir, o eso pensé.

Haremos ruido desde la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora