29 | Dosis de valentía
Julia
Contaba los días para abrir una nueva carta. Iba tachando cada noche los números en el calendario, y en cuanto abría los ojos devoraba la nueva carta.
Esta carta fue diferente, solo que mi recién levantada aún no lo sabía.
Me preparé el primer café de la mañana y me lo tomé bajo el sol frío de las mañanas, mientras Luna ronroneaba a mi alrededor.
Me levanté descalza hasta el mueble de madera grande, abrí la segunda puerta y palpe las cartas hasta encontrar la de ese día.
— Carta número cinco, allá vamos... — susurré.
Me mordí la mejilla por dentro mientras abría el sobre.
Me leí la carta sin parpadear, totalmente perpleja.
Ese hombre. Ese local.
En mi cabeza los cabos empezaron a volar sueltos.
Esta carta llevaba dos fotos incluidas, y las dos se me hacían conocidas.
Me vestí y me calcé lo más rápido posible, y para cuando me di cuenta ya estaba dando golpes en la ventana del cuarto de Diego, con el coche arrancado afuera.
— ¿Qué quieres? — gruñó, con los ojos aún medio cerrados.
Seguía por el quinto sueño.
— ¡¿Qué haces durmiendo todavía?! — levante las cejas —. ¡Vístete es urgente!
Abrió algo más los ojos y se rasco con ternura del sueño.
— Julia... — volvió a gruñir.
Suspire desesperada y rodé los ojos. Busqué la primera foto y la planté frente a la ventana.
En ese momento si abrió los ojos.
— ¿De dónde la has sacado? — se empezó a levantar.
Por fin.
— De la carta.
— ¡¿De la carta?! ¿La has hecho ya?
— No — negué, volviendo a mirar la foto.
— ¿Y las reglas?
— Estoy yo como para seguir las reglas — hice un gesto con la mano —. No has visto esta otra...
Metí la otra foto por la ventana.
— ¿No es él...?
— Mesón. Si, es el mesón local.
Inclinó la cabeza para ver más detalles de la foto.
— Se ve que tus abuelos también se lo sabían pasar bien... — murmuró con voz ronca.
— No. Pero, tiene que haber algo más... — le arrebate la foto de las manos por la ventana.
Para volver a verla bien.
— No tiene porque haber nada... ese local lleva muchos años abierto Julia, ha pasado por muchas generaciones en esa familia. Solo hay que ver la pared.
— Tiene que haber algo... — murmuré.
— Cantarían allí.
— Eso seguro. Lo pone el la carta — saqué la carta —. ¿No te parece curioso y conocido el muchacho? — fruncí el ceño.
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Haremos ruido desde la luna
Romance"Fui a escribirte te quiero en la ventana" Julia, con el corazón agrietado, desapasionada hacía sus sueños de niña, con miles de preguntas bajo el colchón; encontró el último regalo de su abuelo. Diego, acompañado de su guitarra buscando su musa por...