Capítulo 18

688 39 2
                                    

Emma se acercó a la mesa, tomó la foto que se encontraba sobre ella y se detuvo a mirarla, en la foto estaban ella y su padre, solo tenía siete años cuando se hicieron aquella foto, pero recordaba aquel momento como si hubiese sido ayer. Apartó la mirada de la foto para ver a Henry, estaba allí de pie junto a la puerta observándola.
Después de la escena que montaron en la sala, habían dejado claro que estaban juntos porque así lo querían, “se amaban”.

Henry la había llevado a conocer su nuevo despacho, el cual le perteneció a su padre. El despacho era amplio, con hermosas vistas hacia la ciudad. Solo había estado allí un par de veces cuando su padre la traía, resultaba difícil creer que se había ido para siempre, le echaba de menos.

―Lo harás bien―le habló él―Me encargaré personalmente de que seas una buena presidenta, es lo que quería tu padre.

―Él estaría feliz de verme aquí―sonrió tristemente.

―No lo dudo, te sienta muy bien.

―No sé qué habría hecho sin ti. Gracias.

Henry se acercó y se apoyó contra la mesa frente a ella.

―Has estado genial allí dentro y no he hecho mucho que digamos.

Ella bajó la cabeza algo avergonzada, seguro se refería al beso, parecía tan real que por un momento llegó a pensar que había algo entre los dos, pero no, no era el caso.
Él tomó su barbilla y lentamente la obligó a mirarlo.

―Quiero que sigas con la cabeza alta, no permitas que piensen que eres débil o creerán que pueden manipularte. Si es necesario fingir, pues finge, al final acabarás creyéndotelo y te convertirás en eso ¿de acuerdo? ―ella asintió y sonrió.

―De acuerdo―le afirmó.

La soltó, y entonces descubrió que, a través del cristal del despacho, Félix estaba observándolos a distancia, parecía que echaba chispas por los ojos, y Adriana, su asistente, con la cual casi todos en la compañía sabía que se acostaba, estaba a su lado. Henry resopló y miró de nuevo a la chica.

―Félix está allí fuera observándonos. ―le dijo. Alzó la mano y la acarició suavemente la mejilla―¿Qué quieres hacer?

¿Eso incluía todo? Se preguntaba ella, si Félix los estaba observando debía restregarle que ya no tenía control sobre ella, ¿pero el beso de hacía unos minutos no había sido suficiente? Se imaginaba la de cosas que estarían dispuestas a hacer otras chicas si se encontraran en la misma situación que ella, es que Henry incitaba a hacer tantas cosas con él, pero ella no iba a correr ese riesgo, ¿y si era una prueba? Ya se había arriesgado bastante al sugerir que la besara, no iba a tentar a la suerte dos veces o en caso contrario acabaría ella misma enamorándose de él, algo que evidentemente no debía suceder.

―¿Puedo abrazarte? ―le preguntó, por un segundo él se mostró algo sorprendido, pero lo dejó pasar.

―Si es lo que quieres, por supuesto.

Emma colocó sus brazos alrededor de su cuello y se inclinó para abrazarlo. Él la rodeó con sus brazos atrayéndola más a él. Ella cerró los ojos, se sentía realmente a gusto estar entre sus brazos. Se aferró aún más a él y aspiró profundamente, olía rico. Automáticamente bajó su cabeza por su cuello, tanto así que sus labios besaron su piel. Acababa de cometer un grave error, solo a una persona le había abrazado de esa manera y le había besado el cuello. Se apartó enseguida separándose de él.

―Lo siento. ―dijo. Henry frunció el ceño y estudió su expresión.

―Te has acordado de él ¿cierto? Del tipo de Canadá.

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora