El auto se detuvo frente a una tienda de marca elegante. Si quería que la chica confiara en ella debía mantener su mentira y un lugar como aquel es lo que se permitiría Henry.
―Hemos llegado. ―le dijo a la chica que seguía manteniendo su nerviosismo. Se bajaron del auto y pagó al taxista. ―Entremos.
Emma miró el local, lo conocía, su madre la había pedido que la acompañara allí una vez, era para comprarse el vestido para la cena de compromiso. No sabía ni para qué la quería con ella si más tarde llegó su amiga a ayudarla a escoger el vestido y acabó quedándose en segundo plano, su madre se había olvidado por completo de su presencia.
Subieron los escalones hasta lograr entrar en el establecimiento que estaba ya abierto.
―Tú entra y mira qué es lo que te gusta. Ahora te alcanzo. ―dijo la mujer obligándola a entrar.
La chica se quedó dentro de la tienda de pie, desorientada, no sabía qué tenía que hacer, no había pedido estar allí, no quería que le compraran ropa. Una mujer bien arreglada y elegante se acercó a ella, recordaba haberla visto aquella vez que estuvo allí, le sonrió instándola a que buscara algo que le gustara.
―Disculpe...estoy esperando a alguien. Ahora viene y buscaremos juntas. ―Habló evitando mantenerla la mirada por mucho tiempo, por si la reconocía.
―Disculpe ¿nos hemos visto antes?
El corazón de Emma volvía a palpitar con fuerza, era su trabajo desde que se escapó. Se preguntaba si la mujer la recordaba de haberla visto en su tienda o de haberlo hecho en la televisión.
―No lo creo―forzó una sonrisa que duró casi nada. ―Si me disculpa.
Se acercó al ventanal para ver cuánto le quedaba a Fiona por entrar en el local y entonces se quedó helada por lo que estaba viendo. La mujer estaba allí de pie hablando con quien fuera su guardaespaldas y con Damián, estaba señalando dentro de la tienda. ¡La estaba entregando! No podía ser. Ese era su fin.
Se sobresaltó al escuchar que la hablaban por detrás, se dio la vuelta y la misma mujer estaba allí de pie interrogándola con la mirada. Pero ella no estaba concentrada como para escucharla y contestar a sus preguntas, estaba en peligro y tenía que encontrar una manera de ocultarse. Caminó por la tienda como alma que lleva el diablo buscando algún lugar. Al parecer la chica la estaba siguiendo por detrás preguntándole si le pasaba algo, si podía ayudarla. Nadie podía ayudarla, de eso estaba segura, no mientras la habían entregado y ofrecían una fortuna por ella.
Se detuvo de pronto junto a los probadores y los miró alternativamente, tal vez podía ocultarse en uno de ellos hasta que la encontraran, al menos lo habría intentado. Abrió uno de los probadores y se introdujo en él, cuando se dio la vuelta la chica la miraba con el ceño fruncido.
―Señorita, no puede estar allí si no es para probarse la ropa.
―Si quiere ayudarme, no permita que nadie entre aquí.
Dicho eso, cerró la puerta y la aseguró. Notó que empezaban a brotarle lágrimas. Pasó las manos por las mejillas para secarlas. Se pegó en una esquina y se sentó en el suelo con las rodillas alzadas. La dependienta estaba llamando a la puerta, si seguía así conseguiría que la encontraran enseguida.
Se preguntaba por qué aquella mujer la había traicionado. Ofrecían bastante dinero, ¿qué esperabas? Le reprochó su conciencia.
Sabía que iban a atraparla de todas formas, Fiona ya les había dicho dónde encontrarla. Estaba aterrada por lo que pasaría una vez que la atraparan. El guardaespaldas que le habían encargado no la trataría nada bien, ya era desagradable con ella antes de que se escapara, ahora tendría que lastimarla por haberle hecho quedarse mal frente a su jefe. Gregorio le daría permiso a Félix de hacer con ella lo que quisiera para castigarla y éste no tendría misericordia alguna, y lo peor de todo era que su madre no movería un dedo para ayudarla. Preferiría perder su vida que regresar a eso que llamaban ellos hogar.
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La protegida del CEO [COMPLETA]
Romance¿Suerte o destino? Emma Hale tan solo necesitaba de alguien que la librara de sus perseguidores, sin embargo, encontró algo más. Encontró a alguien que no solo estaba dispuesto a librarla de ellos, sino que también estaba dispuesto a protegerla de t...