Capítulo 33

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Después de cenar, Emma se había metido bajo el edredón y se había quedado de vista hacia el escritorio donde estaba sentado Henry trabajando con su computadora. Una de las mejores vistas que había tenido en mucho tiempo. Se había acostado con aquel hombre, el hombre más hermoso que había conocido, y que resultaba ser aparte de atento un romántico, sintió mariposas en el estómago. Parecía todo tan irreal, debía de estar soñando.

Le había confesado que estaba enamorada de él, bueno, él se lo había puesto muy fácil después de pedirle que salieran de verdad. Se preguntaba cómo serían sus vidas a partir de entonces, ¿siempre sentiría aquella sensación dentro de ella? Le gustaba realmente, podía confesárselo a sí misma sin más necesidad de negárselo.

―¿Es muy importante? ―le preguntó, quería escucharlo. Él apartó la mirada del aparato para mirarla.

―Félix solicita mi autorización para contratar un especialista que ayude con el márquetin del nuevo producto que está por salir.

―¿Y eso es malo?

―Generalmente no, pero cuando se trata de Félix siempre es recomendable estudiar con detalle cada uno de los pasos que quiera dar por la empresa. Nunca sabes con qué te puede salir. ―regresó la mirada a lo que estaba haciendo.

―Tengo una pregunta ¿siempre hubo esa rivalidad entre vosotros? O sea, ¿nunca hubo un momento en que os llevarais bien?

―No que yo recuerde. Las amistades están muy sobrevaloradas.

Emma se lo quedó mirando, empezaban a pesarle los ojos por el cansancio y el sueño. ¿Que él pensara que la amistad estaba sobrevalorada era porque le habían fallado o porque nunca había tenido uno?

―¿Y el amor? ―Henry apartó de nuevo la mirada de la computadora para mirarla. Tenía casi los ojos cerrados.

Decidió cerrar la tapa de la computadora, ya tendría tiempo de seguir con ello más tarde, por ahora tenía que estar con aquella mujer de la que lo estaba cautivando.

Se puso de pie, acercó la silla junto a la cabecera de la cama y descansó su brazo contra ella, mientras con la otra decidió acariciarle suavemente el cabello a ella.

―¿Te parezco a uno que no cree en el amor? Si fuese así nuestra historia hubiese sido completamente distinta.

―Confieso que cuando te conocí pensé que era lo último que se te pasaría por la cabeza, que eras incapaz de amar a una mujer. ―él dibujó una sonrisa.

―Entonces sí doy esa impresión.

―Claro. Eres muy extraño, pero en el buen sentido.

―¿Y cuando te besé frente a la tienda? ―Emma soltó una risita al tener que recordarlo.

―Estaba realmente aterrada, no sabía qué pensar. Luego vas y te comportas como si no hubiera pasado nada, ¿de verdad que no te afectó?

―Lo hice sin pensar, y no, no me afectó, lo siento. Y no fue porque no fueras interesante, sino por lo que ya te contaron de mí, no tenía pensado tener algún sentimiento por ninguna mujer porque ninguna me convencía, las tomé con todas, lo que no sabía era que ya tenía lo que necesitaba.

―Esto no es real ¿verdad? ―él la miró interrogativo―Pronto me despertaré y todo volverá a ser como antes, y no es que me queje, al menos seguirás allí conmigo, aunque sigas siendo aquel hombre inexpresivo difícil de descifrar.

Henry sonrió ampliamente dejando ver su perfecta dentadura haciéndola suspirar. Se acercó a ella y la depositó un beso en los labios.

―Mañana al despertarnos sabremos entonces si todo esto fue un sueño o no ¿qué te parece?

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora