Capítulo 30

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“¿Rosas? ¿en serio?” pensaba Henry observando el resultado de lo que había encargado, solo había pedido una mesa romántica, no sabía que se lo tomarían tan literal en tan poco tiempo.

Vio a la chica acercarse lentamente hacia la mesa y se preguntaba si le gustaba lo que veía. No había dicho nada desde que llegaran allí. Ella tomó en manos el frasco que había en medio de la mesa.

―Ositos de gominolas―murmuró ella con una sonrisa en los labios.

―¿Te gustan? ―él caminó lentamente hacia ella, Emma se dio la vuelta para verlo.

―Tuve la oportunidad de probarlos mientras estudiaba fuera, creo que me encantan. ―miró alrededor―Y…todo esto. Aunque no entiendo por qué…

―Por eso estamos aquí, para hablar.

Tomó el frasco de las gominolas de sus manos y lo depositó de nuevo sobre la mesa para poder cogerla de la mano y guiarla al borde de la torre, donde la rodeó con sus brazos y se quedaron con la vista hacia la ciudad.

Emma estaba inmóvil, envuelta en sus fuertes brazos y sintiéndolo respirar, había posado su mentón sobre su hombro y todo su aroma impregnaba todo el aire impidiendo que pensara con claridad, no había manera de escapar. Definitivamente tenían que hablar.

―¿Recuerdas que la noche antes de mi viaje quería sugerirte algo? ―oh, no. Otra vez con eso. Al parecer debía dejarlo claro antes que dijera lo que pensaba. Se dio la vuelta para tenerlo de frente, después se preguntó si había sido una buena idea, él seguía pegado a ella.

―Henry, yo no…

―¿Quieres mantener un relación real conmigo?

Emma frunció el ceño confusa e incrédula, ¿qué era lo que acababa de escuchar?

―¿Perdón?

―Me encantaría transformar esta relación falsa en real, ¿me concederías ese honor?

La chica se quedó sin palabras, ¿esto era real? ¿no lo estaba malinterpretando? ¿había escuchado lo que realmente había dicho o simplemente había escuchado lo que quería escuchar?

―No…no entiendo qué es…lo que acabas de decir. ―logró que él sonriera divertido dejando ver su perfecta dentadura, definitivamente su mente estaba jugando con ella, quería que dijera una estupidez y que él la tomara con ella.

―Tranquila, ahora te lo repito―redujo el escaso espacio que los separaba y besó sus labios por unos segundos logrando que ella se estremeciera. Se separó entonces un poco para verla. ―Quiero que seas mía, que no exista la opción de que tengas que irte.

Entonces era eso, su corazón palpitaba a gran velocidad, por dentro estaba muerta de emoción, sus palabras la habían tocado en lo profundo, sentía lo mismo que ella.

―¿Por qué yo? ―preguntó, con la reputación que tenía de él quería asegurarse antes de precipitarse por las emociones.

―Porque gracias a ti vuelvo a tener esperanzas, he vuelto a creer en el verdadero amor. Como te habrás dado cuenta, enamorarme no estaba en mis planes a corto plazo, pero llegaste y lo cambiaste todo y si te dejo ir dudo que vuelva a encontrar a alguien como tú. No creo que nuestro encuentro haya sido una casualidad, sino el destino, ¿tú que piensas?

Pedirle ayuda a un desconocido que después resultara ser el CEO de tu empresa, y la persona a quien tu padre te confiaba ¿podía ser eso una simple casualidad? Lo dudaba. “…era como el hijo que nunca tuvo…Estaría feliz de veros juntos.” Le había dicho su madre, su padre estaría feliz de verlos juntos. Envolvió sus manos por su cuello y lo abrazó con fuerza.

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora